Según el psiquiatra español Enrique Rojas, el estrés es definido como una respuesta fisiológica y psicológica del organismo ante estímulos internos o externos que se perciben como amenazantes o desbordantes. Esta respuesta activa una serie de mecanismos en el cuerpo, como la liberación de hormonas (especialmente el cortisol y la adrenalina), que preparan al individuo para reaccionar ante la situación.
Rojas enfatiza que el estrés se convierte en un problema cuando estas respuestas se prolongan en el tiempo, superando la capacidad de adaptación de la persona y afectando negativamente su salud física y mental. Existen dos tipos principales de estrés: el eustrés y el distrés, y aprender a diferenciarlos es clave para manejarlos eficazmente.
El eustrés, también conocido como el «estrés positivo», es aquel que nos impulsa a ser más productivos y alcanzar nuestras metas. Este tipo de estrés surge en situaciones en las que estamos motivados y comprometidos con lo que estamos haciendo. El eustrés es esencialmente adaptativo, ya que nos prepara para enfrentar desafíos de manera constructiva, mejorando nuestro rendimiento y fomentando el crecimiento personal.
Por otro lado, el distrés es el «estrés negativo» y ocurre cuando las demandas superan nuestras capacidades para enfrentarlas. Es el tipo de estrés que se asocia con sentimientos de ansiedad, agotamiento y desbordamiento emocional. El distrés puede tener un impacto negativo en nuestra salud física y mental, afectando nuestro sistema inmunológico, aumentando el riesgo de enfermedades cardiovasculares y contribuyendo a la aparición de trastornos como la depresión y la ansiedad. Mientras que el eustrés nos impulsa a actuar, el distrés nos paraliza, haciendo que nos sintamos abrumados y atrapados en una situación que parece no tener solución.
Para manejar ambos tipos de estrés, es fundamental desarrollar una estrategia de autocuidado y gestión emocional. En el caso del eustrés, podemos maximizar sus beneficios al aprender a aprovechar esa energía para enfocarnos en nuestras metas. Establecer prioridades claras, tomar descansos regulares y practicar técnicas de respiración o meditación pueden ayudarnos a canalizar el estrés positivo de manera efectiva.
Sin embargo, cuando el estrés comienza a convertirse en distrés, es crucial identificarlo rápidamente y tomar medidas para reducir su impacto. Técnicas como la relajación muscular progresiva, la atención plena (mindfulness) y el ejercicio físico regular son estrategias efectivas para disminuir los efectos del distrés. Además, es importante buscar apoyo emocional en amigos, familiares o profesionales de la salud mental para evitar que el distrés se convierta en un problema crónico.
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