El foco del escrutinio está sobre un Partido Revolucionario Moderno (PRM) que logró convertirse en la segunda fuerza política de República Dominicana tras las votaciones presidenciales, congresuales y municipales celebradas el 15 de mayo pasado. Con el Partido Revolucionario Dominicano (PRD) aliado inesperado del de la Liberación Dominicana (PLD), ese día nació una nueva oposición.
La mancuerna que sellaron el ex presidente de la República, Hipólito Mejía, y Luis Abinader, candidato presidencial, el PRM obtuvo 32 alcaldías, 2 senadores, 48 diputaciones y 48 direcciones de distritos municipales. Cargos elegidos que le permitirán manejar aproximadamente 6,000 millones de pesos anuales. Todo un lujo para un partido que de buenas a primera pasó de la minoría a ser lo que una vez fue el PRD, salvando una distancia transitoria.
Pero el PRM empieza a enviar señales de impaciencia. Así fue recibida la apresurada selección el pasado nueve de agosto del senador por Puerto Plata, José Ignacio Paliza, y la diputada Josefa Castillo, por Santo Domingo, para representar al partido ante un Consejo Nacional de la Magistratura que todavía falta tiempo para su convocatoria.
La dirigencia del Partido Moderno también asumió como tema de agenda su acérrima oposición a cumplir con el acuerdo «Regla de Oro» firmado por el PLD, el PRD y el PRSC en el 2006 como una vía institucional para reducir la violencia y los disturbios en la escogencia de los bufetes directivos en los ayuntamientos. El PRM convocó a la prensa casi de manera irracional durante las últimas semanas para tratar el mismo tema. Al final, los bufetes directivos fueron escogidos sin mayores contratiempos. Afortunadamente.
En un arrebato típico de la actitud política de la añeja oposición partidaria dominicana, el «bloque» de diputados encabezados por el PRM –y Alfredo Pacheco como su vocero– éstos salieron de la juramentación del Congreso Nacional bajo el argumento de que las «elecciones de mayo del 2016 fueron ilegales», votaciones generales en las que ellos mismos fueron elegidos, cuyos cargos ya juraron hasta el próximo agosto de 2020.
¿Pelos y señales de lo que podremos esperar en estos próximos 4 años del PRM? Ojalá que no. Luis Abinader, sobre todo, ganó mucho cuando perdió las elecciones frente a la reelección del presidente Danilo Medina (PLD). Ante el escrutinio de la población, todos esperan que los perremeístas asuman una oposición sensata, inteligente, políticamente correcta, que contribuya a la aprobación de leyes positivas (en el Congreso) y la gestión transparente y de desarrollo en los cabildos donde ellos están representados, con ayuntamientos a cargo de su dirigencia.
El PLD necesita un contrapeso, para que la balanza no se incline muy a favor de unos y en contra de la mayoría. Que Luis Abinader entienda eso puede beneficiar su futuro político, dada su juventud frente a líderes de otros partidos. Pero también debe saber que oponerse a todo porque sí, no servirá de mucho ni para el país ni para su liderazgo. Están a tiempo, el ciclo apenas comienza.
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