Cuando a una persona se le diagnostica una condición de salud mental, no solo enfrenta un desafío individual, sino que toda su red familiar se ve afectada. En muchos casos, los familiares, en lugar de ser una fuente de apoyo, pueden negar la realidad del diagnóstico, a pesar de la confirmación por parte del paciente. Esta resistencia a aceptar una enfermedad mental puede ser una de las barreras más grandes para la recuperación y el bienestar del paciente.
La negación es una respuesta común ante situaciones que nos resultan dolorosas o difíciles de procesar. En el caso de un diagnóstico de salud mental, esta negación puede surgir por múltiples y variados motivos. Uno de los más frecuentes es la culpa. Al sentirse responsables del bienestar de su ser querido.
A menudo, los padres, parejas o hermanos creen que, de alguna manera, fallaron en proteger o cuidar al individuo, lo que los lleva a rechazar el diagnóstico como un mecanismo de defensa. Esta culpa puede hacerles pensar que aceptar la enfermedad sería admitir un error o una falta en su rol como familiares, por lo que prefieren minimizar o negar la realidad de la condición, dificultando así el proceso de apoyo y tratamiento adecuado.
La negativa de un familiar a aceptar un diagnóstico de salud mental no solo afecta emocionalmente al paciente, sino que también puede retrasar o impedir su tratamiento. Al rechazar el diagnóstico, los familiares pueden negarse a brindar el apoyo necesario o incluso sabotear el proceso terapéutico. Esto puede generar sentimientos de aislamiento, culpa o frustración en el paciente, exacerbando su condición y complicando su recuperación. El paciente, en lugar de encontrar un espacio seguro donde expresar sus emociones, puede sentirse incomprendido y presionado para «mejorar» sin la ayuda necesaria.
Para abordar esta negación, es fundamental fomentar el diálogo abierto. Los profesionales de la salud mental podemos jugar un papel crucial ofreciendo orientación y apoyo a las familias, ayudándoles a comprender mejor la enfermedad y su impacto. Involucrar a los familiares en el proceso terapéutico mediante la psicoeducación puede ayudar a desmitificar los trastornos mentales y reducir el estigma.
El apoyo, la comprensión y la empatía son fundamentales para que todos los involucrados puedan adaptarse a la nueva realidad y avanzar juntos hacia la recuperación. Si quieres demostrar tu amor por ese integrante de la familia con un diagnóstico de salud mental, evita enfocar la situación desde la culpa, y busca la ayuda de un profesional de la salud mental que te brinde orientaciones para apoyar a ese miembro de la familia en su recuperación. Ellos esperan por nuestra aceptación para empezar a sanar.
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