03/06/2025
Crónicas del Alma

Manejar el duelo de forma sana 

Manejar el duelo de forma sana es un desafío emocional que exige tiempo, compasión hacia uno mismo y herramientas para procesar el dolor. Perder a un ser querido o enfrentar cualquier forma de pérdida significa enfrentarse a una experiencia que nos desestructura, pero que también puede ser una oportunidad para reconectar con nuestra esencia y construir nuevos significados en la vida.

Uno de los primeros pasos es aceptar la intensidad del dolor, sin intentar minimizarlo o reprimirlo. Las emociones que surgen en el duelo —tristeza, rabia, confusión, incluso culpa— son respuestas naturales de nuestro cerebro, diseñado para adaptarse a los cambios. Reconocerlas y validarlas es crucial, ya que, como señalan expertos, ignorar estas emociones puede bloquear el proceso de sanación. Permitirse sentir no es un signo de debilidad, sino una forma de integrar la pérdida como parte de nuestra historia personal.

El duelo también demanda un ejercicio consciente de gestión emocional. Practicar la paciencia y evitar presiones externas para «superar» la pérdida rápidamente permite que el proceso fluya a su propio ritmo. Durante esta etapa, el autocuidado adquiere un papel central. Alimentar al cuerpo con descanso, buena alimentación y ejercicio físico no solo mejora la salud general, sino que contribuye a mantener un estado mental más equilibrado. El bienestar físico está intrínsecamente conectado con nuestra capacidad emocional para afrontar el duelo.

Otra herramienta fundamental es la construcción de una narrativa de esperanza. Aunque el duelo trae consigo la sensación de vacío, también es un momento para reflexionar sobre los aprendizajes y los vínculos significativos que la pérdida deja. Reconocer el legado emocional de la relación perdida puede ser una fuente de fortaleza y propósito, ayudándonos a construir un futuro donde el amor y los recuerdos sigan presentes, aunque en un nuevo formato.

Compartir el duelo con los demás es esencial para sanar. La soledad puede intensificar el sufrimiento, mientras que abrirnos a una red de apoyo, ya sea familiar, de amistades o profesional, nos ayuda a encontrar nuevas perspectivas y sentirnos acompañados. Hablar del dolor no lo elimina, pero sí alivia su carga. En palabras de quienes han profundizado en la psicología del duelo, el dolor compartido no solo se divide, sino que también nos conecta con lo más humano de nuestra experiencia: la capacidad de amar y de reconstruirnos ante la adversidad. Siempre es conveniente que evaluemos si necesitaremos acompañamiento de un profesional de la psicología especialista en duelo, no nos pueda ayudar. No siempre podremos afrontar algunos retos solos. 

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