24/11/2024
Crónicas de Poder

Larga transición

La victoria de Luis Abinader en las elecciones de mayo ha generado una ola de entusiasmo y expectativas en la población dominicana. Sin embargo, esta euforia viene acompañada de una creciente ansiedad por la implementación de las medidas prometidas durante la campaña. La ciudadanía está impaciente, deseando ver los cambios anunciados, y muchos cuestionan la necesidad de esperar hasta agosto a la toma de posesión oficial.

El liderazgo del partido de gobierno enfrenta presiones no sólo de la población general, sino también de los partidos aliados que jugaron un papel crucial en la victoria de mayo pasado. Entre estos aliados se encuentran el Partido Reformista Social Cristiano (PRSC), Alianza País (AP), el Partido Humanista Dominicano (PHD), el Partido Moda, entre otros. Estos partidos buscan asegurarse compromisos claros y designaciones dentro del nuevo gobierno, habiendo aportado un porcentaje significativo de votos a la coalición ganadora. Por ejemplo, el PRSC obtuvo un 1.35 % de los votos y Alianza País sumó un 0.66 %​. 

La transición, tradicionalmente un período de preparación y planificación, se ha convertido en una carrera contra el tiempo. Los partidos aliados exigen su cuota de participación en el gobierno. Las reuniones entre los líderes de los partidos y el equipo de transición son frecuentes y, a veces, tensas, mientras se debaten las designaciones y se buscan acuerdos. Esta negociación no solo implica la distribución de cargos, sino también la definición de políticas y prioridades que reflejen las promesas de campaña y las expectativas de los aliados.

La impaciencia de la población es comprensible. Durante la campaña, se hicieron promesas de mejoras en áreas críticas como la economía, la seguridad y los servicios públicos. La ciudadanía espera ver acciones concretas que demuestren un compromiso real con el cambio prometido. La percepción de inacción puede erosionar rápidamente la confianza y el apoyo popular, lo que hace aún más crucial que se tomen medidas inmediatas.

En este contexto, es fundamental entender la dinámica de la coalición que llevó a Abinader a la victoria. Los partidos aliados no solo aportaron votos, sino también recursos humanos y logísticos esenciales para la campaña. Estos, representan una diversidad de intereses y expectativas que ahora deben ser gestionados de manera efectiva.

Además, la presión no proviene únicamente de los partidos políticos. Los distintos sectores de la sociedad civil, incluidas organizaciones no gubernamentales, grupos comunitarios y sindicatos, también tienen expectativas altas. Estos grupos esperan que sus preocupaciones sean escuchadas y que se implementen políticas que mejoren las condiciones de vida en el corto plazo.

La gestión de esta transición es una prueba crucial para el liderazgo de Abinader. La capacidad de su equipo para negociar y coordinar con los aliados políticos, mientras responde a las demandas de la población, determinará en gran medida el éxito de su administración. La transparencia en el proceso de transición y la comunicación efectiva con la ciudadanía son esenciales para mantener la confianza y el apoyo.

La historia reciente de la República Dominicana muestra que las transiciones pueden ser períodos de gran volatilidad. Las administraciones anteriores han enfrentado desafíos similares, pero la combinación de una ciudadanía más informada y activa, junto con una coalición diversa y exigente, crea un contexto particularmente complejo para Abinader. La comparación con transiciones anteriores resalta la importancia de una planificación cuidadosa y una ejecución rápida de las medidas prometidas.

El contexto de esta transición destaca la importancia de una estrategia clara y efectiva. El equipo de transición debe priorizar las acciones que generen un impacto inmediato y visible, al mismo tiempo que establece las bases para reformas más profundas y sostenibles. La comunicación constante y transparente con la ciudadanía es crucial para gestionar las expectativas y mantener el apoyo popular.

Además, la coordinación con los partidos aliados debe ser manejada con delicadeza y habilidad política. Estos partidos no solo buscan posiciones de poder, sino también la implementación de políticas que reflejen sus agendas y principios. La negociación de estas expectativas, junto con la necesidad de responder a las demandas de la población, crea un delicado equilibrio que el nuevo gobierno debe mantener.

Esta transición no solo ha marcado el inicio de un nuevo mandato, sino también una oportunidad para establecer un nuevo estándar de gobernanza en la República Dominicana. La manera en que se gestione este período será fundamental para definir la relación futura entre el gobierno, la población y los partidos aliados. Con una estrategia clara, una comunicación efectiva y una ejecución decidida, el partido de Gobierno tiene la oportunidad de transformar las promesas de campaña en logros tangibles que beneficien a todos los dominicanos.

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