18/08/2025
Crónicas de Poder

El plan para revivir el Faro a Colón

No se puede hablar de Santo Domingo Este sin mencionar al Faro a Colón. Ahí está, imponente, custodiando la historia y la memoria de nuestra ciudad. Es, nos guste o no, el símbolo más reconocido del municipio. Sin embargo, verlo hoy rodeado de calles deterioradas y un entorno que poco invita a visitarlo, es un recordatorio doloroso de cómo hemos desaprovechado una joya que podría ser el corazón económico y cultural de toda la zona.

El Faro no es sólo un monumento; es un punto de referencia mundial. Pero su realidad es la de un museo con una entrada simbólica que apenas cubre los gastos básicos, subsidiado por un Estado que tiene demasiadas prioridades y muy pocos recursos para su mantenimiento. Este esquema es insostenible. En otras ciudades del mundo, monumentos de este tipo se han convertido en motores de regeneración urbana gracias a una gestión innovadora, donde el gobierno local asume un rol protagónico junto a actores privados.

Lo que propongo no es una idea descabellada: el Faro a Colón debería pasar a un modelo de gestión compartida entre el gobierno central y el Ayuntamiento de Santo Domingo Este. El municipio, como dueño de su territorio y responsable de su identidad, podría liderar un plan maestro de revitalización del entorno. Este plan no se quedaría en simples reparaciones; incluiría la creación de espacios comerciales, gastronómicos, culturales y recreativos que den vida a la zona durante todo el día.

Si miramos hacia la región, ejemplos sobran. En México, la zona de la Basílica de Guadalupe es un centro religioso, pero también un motor económico gracias a un corredor de comercios, restaurantes, hoteles y actividades culturales gestionadas con participación municipal. En Colombia, el Cerro de Monserrate en Bogotá combina devoción, turismo y comercio en un entorno cuidado, limpio y seguro, con acceso organizado y una oferta variada para visitantes.

En el Faro a Colón la gente disfrutó de sus atractivos sin costo alguno.

Fuera de Latinoamérica, hay casos icónicos como la Torre Eiffel en París, donde el monumento es parte de un circuito comercial, cultural y gastronómico que genera millones en ingresos cada año, con participación directa del gobierno local. O el Museo Guggenheim de Bilbao, que además de transformar una ciudad industrial en un destino turístico de alto nivel, adema regeneró todo su entorno urbano y disparó la economía local.

Santo Domingo Este podría seguir esta ruta. Imaginemos el Faro rodeado de cafés temáticos, librerías, tiendas de artesanía, espacios para presentaciones culturales y un boulevard peatonal iluminado, limpio y seguro. Imaginemos además una agenda anual de eventos, ferias y festivales que conviertan al Faro en un punto de encuentro permanente, no sólo para turistas, sino para los propios capitaleños.

Este cambio requiere gestión ágil, visión a largo plazo y valentía política. Hay que romper con el esquema de “monumento aislado y olvidado” y pasar a uno de “símbolo vivo y rentable”. El subsidio estatal es insuficiente; el potencial de ingresos está ahí, esperando una administración creativa que lo ponga en marcha.

El Faro a Colón no debe seguir siendo un testigo mudo del deterioro urbano. Debe ser el faro, en todo el sentido de la palabra, que ilumine la regeneración de Santo Domingo Este, que atraiga inversión, genere empleo y devuelva a los munícipes el orgullo por su emblema. En otras ciudades lo han logrado. Nosotros, que tenemos historia, cultura y ubicación privilegiada, no tenemos excusa.

Y no se trata únicamente de embellecer el espacio o de aumentar la cantidad de visitantes; se trata de generar un círculo virtuoso donde el turismo, el comercio local y la cultura se retroalimenten. Cada peso invertido en mejorar el Faro y su entorno debe multiplicarse en empleos para la comunidad, en oportunidades para emprendedores y en un flujo constante de actividades que mantengan viva la zona. El Faro a Colón puede y debe ser mucho más que un hito histórico: tiene todo para convertirse en un polo de desarrollo que irradie beneficios tangibles a todo Santo Domingo Este.

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