04/12/2024
Notas al Vuelo

Dime con quién andas y te diré quién eres: contigo mismo

Desde pequeños, la persona con la que más tiempo pasamos, la que escucha nuestros miedos, celebra nuestras victorias y enfrenta nuestras derrotas, somos nosotros mismos. Sin embargo, este diálogo interno, conocido como «lenguaje privado», suele pasar desapercibido o ser relegado al ámbito de lo extraño, e incluso estigmatizado como «hablar solos». Pero lejos de ser un signo de rareza, estas conversaciones privadas son una herramienta fundamental para entendernos y, en última instancia, crecer.

El lenguaje privado no solo refleja lo que pensamos, sino también cómo lo pensamos. Desde un «tú puedes hacerlo» frente a un reto, hasta los juicios más duros hacia nosotros mismos, nuestras palabras internas construyen nuestra realidad emocional. Si estas conversaciones están dominadas por críticas o inseguridades, inevitablemente impactan nuestra autoestima y nuestras decisiones. Por el contrario, un diálogo interno amable y constructivo puede ser el mejor aliado para superar dificultades y alcanzar metas.

Hablar contigo mismo no es un acto de locura, es una estrategia de autoconocimiento. ¿Cuántas veces has resuelto un problema mientras lo explicabas en voz alta? Ese proceso de verbalización ayuda a organizar las ideas, clarificar emociones y encontrar soluciones. Además, comprender nuestro lenguaje privado nos permite identificar patrones de pensamiento que, de no ser examinados, podrían limitarnos o sabotearnos.

El reto está en observar cómo nos hablamos. ¿Somos comprensivos y alentadores, o nos convertimos en nuestros peores críticos? El entendimiento de este lenguaje privado es el primer paso para transformarlo en un recurso positivo. Cambiar el tono interno no significa ignorar la realidad o ser excesivamente optimistas, se trata de encontrar un equilibrio entre la autocompasión y el auto desafío, como lo haríamos con un amigo cercano.

En un mundo lleno de ruidos externos, nuestra conversación más importante es, y siempre será, la que tenemos con nosotros mismos. Cultivar un diálogo interno saludable no solo mejora nuestra relación con nosotros, sino que también impacta cómo nos relacionamos con los demás. Así que la próxima vez que te sorprendas hablando contigo, recuerda: no estás solo, estás con la persona que más influencia tiene en tu vida. 

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