El 21 de septiembre se celebró el Día Mundial del Alzheimer, fecha elegida por la Organización Mundial de la Salud y la Federación Internacional de Alzheimer. El propósito de esta conmemoración es dar a conocer la enfermedad y difundir información al respecto.
Es una enfermedad neurodegenerativa, que se manifiesta como deterioro cognitivo y trastornos conductuales. Se caracteriza por una pérdida progresiva de la memoria y de otras capacidades mentales, a medida que las células nerviosas mueren y diferentes zonas del cerebro se atrofian.
Por el aumento de la esperanza de vida, la probabilidad de tener pacientes que desarrollen Alzheimer es mayor. El cuidado oral, los planes de tratamiento y el manejo del comportamiento en estos pacientes debe ser individualizado acorde con el grado de severidad de la enfermedad involucrando y educando a los miembros de la familia ya que a la larga éstos serán los responsables tanto de la higiene del paciente cuando éste haya perdido sus capacidades para poder desarrollarlas por sí mismo, así como las visitas periódicas al dentista.
Los factores que causan las alteraciones orales son principalmente la dificultad para la higiene oral por el paciente o el cuidador en etapas avanzadas y la medicación xerostomizante afecta la microbiota oral provocando irritación de la mucosa o candidiasis oral.
El manejo odontológico en pacientes con enfermedad de Alzheimer se basa en:
- Conocer la fase en que se encuentra el paciente.
A medida que avanza la enfermedad la condición del paciente empeora progresivamente, sobre todo lo referente a la higiene bucal, en las primeras etapas de la enfermedad hay que anticiparse a ese deterioro con medidas urgentes de prevención. En las etapas iniciales las citas y las instrucciones post-operatorias pueden ser olvidadas. Se presenta una progresiva negligencia en la higiene bucal como resultado del hecho de no recordar la importancia de la misma e incluso el no recordar cómo se usa el cepillo dental o la limpieza de la prótesis.
Esta deficiencia en la higiene bucal puede desencadenar problemas odontológicos que incluyen: caries, enfermedad periodontal, halitosis y finalmente la destrucción progresiva de la dentición con las subsiguientes consecuencias sistémicas que incluyen dificultades para alimentarse de manera adecuada.
Ciertos procedimientos se hacen más difíciles a medida que avanza la enfermedad debido a la incoordinación motora y al aumento desmedido del reflejo nauseoso por lo que puede ser necesaria en algunos procedimientos la sedación intravenosa.
- Realizar Interconsulta con el especialista.
Antecedentes médicos y medicaciones son importantes conocerlas para evitar complicaciones. La medicación usada para tratar los síntomas de Alzheimer tienen consecuencias orales entre estos se encuentran Anticolinesterásicos (pueden disminuir la función de los anestésicos locales y vice-versa, glositis, boca seca), Antidepresivos (interacción con la epinefrina del anestésico local, xerostomía, hipotensión ortostática y síntomas extra-piramidales), Antipsicóticos (xerostomía causa caries radiculares, enfermedad periodontal, mucositis, hipotensión ortostática), Hipnóticos (xerostomía, somnolencia, hipotensión ortostática) y Anticonvulsionante (hiperplasia gingival, ulceraciones orales, pérdida del gusto, eritema multiforme, aumento del sangrado).
- Realizar una buena exploración oral.
Buscar posibles lesiones en la mucosa, caries, estado periodontal, grado de hiposialia. También detectar y eliminar emergencias como pulpitis, necrosis pulpar, abscesos dentoalveolares.
- Valorar el tratamiento protésico
Un alto porcentaje de pacientes con Alzheimer presentan algún problema relacionado con prótesis totales o parciales mal adaptadas. El más frecuente es la aparición de hiperplasia fibrosa inflamatoria. Se debe tratar de excluir del plan de tratamiento las prótesis removibles. Especialmente en las últimas fases de la enfermedad donde se han asociado incluso con accidentes que comprometen la permeabilidad de las vías aéreas superiores.
Se debe ser «realista» a la hora de restaurar protésicamente a estos pacientes y considerar el balance riesgo-beneficio del tratamiento planificado. En los estados más avanzados dichos tratamientos serán imposibles de realizar debido entre otras cosas a la pérdida de las funciones cognitivas básicas.
En conclusión importante recordar por parte del protesista y del odontólogo general que los tratamientos restauradores más avanzados y exquisitos no necesariamente son un beneficio para el paciente con Alzheimer.
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