10/01/2025
Crónicas de Poder

¿Solución de altura o fracaso en la tierra?

El teleférico, como método de transporte colectivo, ha emergido en los últimos años como una solución innovadora para enfrentar los desafíos de movilidad en ciudades con terrenos complicados o congestionados. Sin embargo, su implementación y uso real en diferentes ciudades han generado debates sobre su efectividad, impacto social y viabilidad económica. Un análisis crítico y comparativo sobre este sistema nos lleva a reflexionar sobre casos como el de Medellín y La Paz, que son ejemplos de éxito, frente a los más recientes de Santiago de los Caballeros y Los Alcarrizos en nuestro país, donde los resultados han sido más cuestionables.

El teleférico de Medellín, inaugurado en 2004, marcó un antes y un después en la movilidad de comunidades marginadas ubicadas en las empinadas laderas de la ciudad. Este sistema mejoró la accesibilidad y ademástambién, fue un motor de transformación social, integrando a miles de personas al sistema metro y reduciendo los tiempos de viaje drásticamente. De manera similar, el caso de La Paz, Bolivia, con el sistema «Mi Teleférico», ha demostrado que este medio de transporte puede convertirse en la columna vertebral de una red urbana cuando está bien planificado e integrado. Con 10 líneas operativas, «Mi Teleférico» conecta áreas urbanas densas y escarpadas, y ha sido adoptado masivamente por los ciudadanos como una opción segura, rápida y sostenible.

En contraste, el teleférico de Santiago de los Caballeros, y el de Los Alcarrizos, aún no han logrado los niveles de éxito esperados. En Santiago, la demanda promedio mensual apenas alcanza a 60,000 usuarios, cifra que está muy por debajo de su capacidad diseñada de 64,000 pasajeros diarios. En Los Alcarrizos, las críticas del alcalde Junior Santos destacan que el sistema no ha generado el impacto económico ni social proyectado. Estas experiencias sugieren que el simple acto de instalar un teleférico no garantiza su éxito; factores como la integración con otros sistemas de transporte, la accesibilidad y los hábitos de movilidad de la población juegan un rol crucial.

Uno de los problemas principales en ambos casos en el país es la falta de una red de transporte público integrada. Mientras que en Medellín y La Paz los teleféricos funcionan como extensiones de sistemas de transporte más amplios, en Santiago y Los Alcarrizos no existen suficientes rutas alimentadoras que conecten eficientemente a los usuarios con el teleférico. Esto significa que los ciudadanos que no viven cerca de las estaciones del sistema deben optar por otros medios de transporte, como carros públicos y motoconchos, que a menudo son más accesibles y directos. Este problema de integración limita enormemente la adopción del teleférico como opción preferida.

Está en capacidad de mover 3 mil personas por hora en una sola dirección.

Otro aspecto crítico es la percepción y el hábito de los usuarios. En sociedades donde el automóvil o los sistemas de transporte convencionales dominan, como es el caso de muchas ciudades dominicanas, cambiar a un sistema nuevo requiere no solo infraestructura, sino también una estrategia educativa y comunicacional que explique sus beneficios. En Medellín, por ejemplo, el Metrocable fue acompañado por campañas sociales que promovieron su uso como un símbolo de inclusión y progreso, algo que no se ha visto en igual medida en República Dominicana.

El caso del teleférico de Los Alcarrizos también pone de manifiesto la importancia de planificar con base en las dinámicas sociales y económicas locales. Según el alcalde Santos, la zona ya contaba con una fuerte presencia de rutas de transporte público tradicionales, lo que limitó el impacto del teleférico. Si bien la implementación de rutas circulares para mejorar la accesibilidad al sistema es un paso en la dirección correcta, estas medidas deberían haber sido parte de la planificación inicial.

Por otro lado, desde una perspectiva crítica, es importante cuestionar si la inversión en teleféricos es siempre la mejor opción para resolver problemas de movilidad. Aunque son eficientes en términos de espacio y sostenibilidad ambiental, su capacidad de transporte es limitada en comparación con sistemas como autobuses articulados o metros. Para ciudades con alta densidad de población, como Santiago y Santo Domingo, el teleférico podría ser más efectivo como complemento a un sistema integrado que como una solución independiente.

El teleférico tiene un enorme potencial como medio de transporte colectivo, pero su éxito depende de una planificación cuidadosa, una integración sólida con otros sistemas y una comprensión profunda de las necesidades locales. Los casos exitosos de Medellín y La Paz muestran que este sistema puede transformar la movilidad urbana y mejorar significativamente la calidad de vida de los ciudadanos, pero los resultados mixtos en Santiago y Los Alcarrizos nos recuerdan que no se trata sólo de instalar infraestructura, sino de garantizar que esta esté al servicio real de la población.

Para ciudades como Santo Domingo, con un crecimiento desordenado y problemas de congestión, los teleféricos podrían ser una solución viable, pero sólo si se acompañan de un enfoque integral que incluya rutas alimentadoras, horarios extendidos, educación ciudadana y una red de transporte público bien estructurada. La lección aquí es clara: un teleférico es más que cables sobre una ciudad, es una herramienta que, bien utilizada, puede conectar comunidades y transformar vidas. Sin embargo, si se implementa sin atender los detalles clave, corre el riesgo de convertirse en una inversión costosa que no cumple su propósito.

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