22/11/2024
Opinión

Cuando el merengue tuvo un Gran Día

OTROS ÁMBITOS 

Muchos, que se quedaron al otro lado de la cera esperando a ver qué pasaba, aspiran ahora a una «movilización» que produzca cambios formales e informales en todos y cada uno de los procesos de la industria del merengue. Las aspiraciones de esos terceros se hicieron evidentes a partir de #UnDiaParaelMerengue, una iniciativa impulsada por el periodista Fausto Polanco, ex presidente de la Asociación de Cronistas de Arte (Acroarte), quien desde su rincón en el periódico El Día, encendió una llama que alcanzó su máximo ardor temprano en la mañana, en el Altar de la Patria, donde asistieron más artistas de los que se esperaban para dar inicio a las festividades del Día Nacional del Merengue.

Al centro, el periodista Fausto Polanco, propulsor de la iniciativa, habla de la importancia de la festividad.

Al centro, el periodista Fausto Polanco, propulsor de la iniciativa, habla de la importancia de la festividad.

Polanco echó a andar su propuesta: que hoy se tocara merengue las 24 horas en todas aquellas emisoras que lo quisieran. Primero aceptó una, luego dos y así sucesivamente se fueron sumando muchas. Hoy, el merengue sonó más alto que nunca, los programas de televisión tuvieron a sus principales protagonistas y hasta desde Santiago (en el caso de Banda Real, exponentes del merengue típico) viajaron hasta Santo Domingo para poner su grano de arena y apoyar este proyecto.

Poco a poco, #UnDiaParaelMerengue (para seguir esa tendencia tan de moda de las etiquetas o hashtag) fue tomando cuerpo, desde aquel momento a principios de noviembre cuando su propulsor dio a conocer su idea, que no buscaba más que se hiciera sentir, por vez primera, que el 26 de noviembre del 2005, bajo la presidencia de Leonel Fernández, se designó como tal Día Nacional del Merengue.

Los merengueros a su llegada al Altar de la Patria, donde depositaron una ofrenda florar en conmemoración del Día del Merengue.

Los merengueros a su llegada al Altar de la Patria, donde depositaron una ofrenda florar en conmemoración del Día del Merengue.

Algunos –y en algún momento le comenté a Fausto Polanco que continuara adelante y que recibiera con beneplácito el apoyo de todo aquel que así lo decidiera– entendían que con esta iniciativa se buscaba «relanzar» el merengue, «revivirlo», sacarlo de un letargo que más está en la mente de nosotros (los periodistas) que de cualquier otro sector. El tema es ya un cliché, y como comentaba Rafa Rosario en los camerinos del programa «Con Jatnna», de Jatnna Tavárez (Color Visión), eso de la «crisis» es un tema que ya le tiene un poco cansado.

De manera reiterada, hemos enfatizado que los ritmos musicales son cíclicos, que como todo en la vida, pasan por un proceso de pegada y popularidad que en algún momento decae, pero que volverá con el tiempo. Ese «resurgir» a que aspiran muchos, aún cuando las orquestas siguen tocando, aunque no grabando como sucedía en los 80 y 90 –efecto que se ha manifestado en la mayoría de los ritmos tropicales– siguen vigentes en la medida en que las circunstancias de cada orquesta se lo permita.

La principal intención de #UnDiaParaelMerengue era que se sintiera un ambiente de festividad. Que la efemérides no pasara sin pena ni gloria y en eso se ha logrado más de lo que se esperaba. Pero el mayor aporte que dejará esta iniciativa se podrá percibir con los proyectos que pueden asumirse desde hoy hasta el próximo año, cuando el 26 de noviembre del 2014 el merengue se apreste a celebrar su 160 aniversario de historia. Mientras tanto, fiesta y mañana gallo: misión cumplida, por el momento.

Artículo escrito por Maximo Jimenez

Periodista, crítico de cine. Ex presidente de la Asociación de Cronistas de Arte (2011-2013), autor del libro «La gran Aventura de la bachata urbana» (2018).

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