25/11/2024
Mirada Crítica

Más allá del teatro, el país vive otra realidad

La alfombra del teatro lucía espléndida, marcando el momentum estelar de aquellos distinguidos invitados por el presidente Luis Abinader para la ceremonia de toma de posesión de su segundo mandato. Sin embargo, más allá de las cuatro paredes del teatro, el país enfrenta una realidad compleja. La República Dominicana atraviesa serias dificultades en áreas fundamentales como la educación, la energía eléctrica y el sector agropecuario, entre otras. Estas áreas no soportan un análisis comparativo entre las cifras presentadas por el mandatario, las publicadas por el propio Estado y la cruda realidad que viven los dominicanos día a día.

Hubiese sido más relevante escuchar al presidente hablar sobre las acciones concretas que implementará en estos próximos cuatro años, en lugar de un discurso enfocado en rendir cuentas. 

Energía eléctrica: uno de los puntos críticos es el déficit energético. Actualmente, las pérdidas en el sistema eléctrico ascienden al 42%, cuando en 2020 se encontraban en un 28%. Esta situación no solo representa un retroceso, sino que también refleja la ineficacia de las políticas implementadas para mejorar la infraestructura y reducir el desperdicio energético. La energía eléctrica es vital para el desarrollo económico, y un sistema tan deficiente solo agrava la pobreza y la desigualdad en el país.

Educación: el sistema educativo enfrenta un gran déficit de aulas y un deterioro en áreas clave. Según el Índice de Desarrollo Educativo (IDE), la calidad educativa en la República Dominicana ha descendido en los últimos años, situando al país en las últimas posiciones a nivel regional. A pesar de que el 4% del PIB está destinado a la educación, los resultados no se reflejan en una mejora sustancial de la calidad. Las evaluaciones recientes muestran que menos del 50% de los estudiantes alcanza niveles satisfactorios en matemáticas y lectura.

Deuda pública: la deuda pública ha tenido un aumento considerable. En 2020, la deuda era de 39,152 millones de dólares, y para 2024, ha ascendido a 55,286 millones de dólares, lo que representa un incremento del 41.2%. Este aumento preocupa no solo por el impacto en las finanzas públicas, sino también por la carga que representará para futuras generaciones. Con un nivel de deuda que representa el 67.5% del PIB, se limita la capacidad del Estado para invertir en áreas críticas y mejorar la calidad de vida de los ciudadanos.

Poder adquisitivo y canasta familiar: el poder adquisitivo de los dominicanos ha disminuido en términos reales. Actualmente, la canasta básica familiar ha aumentado en 10,096 pesos, situándose en más de 45,000 pesos. Esto, combinado con la caída del poder adquisitivo en 3,024 pesos, refleja una situación económica difícil para las familias, que deben enfrentar precios más altos con ingresos estancados o en descenso.

Empleo y calidad de vida: el empleo informal sigue siendo un problema grave, afectando al 56% de la fuerza laboral, según el Banco Central. La precariedad laboral y la falta de acceso a beneficios sociales esenciales se traducen en una baja calidad de vida para una gran parte de la población. Aunque las cifras oficiales muestran una reducción en la tasa de desempleo, la realidad es que muchos empleos creados son de baja calidad y mal remunerados.

Es lamentable que en el teatro, el presidente presentara cifras que no se corresponden con la realidad vivida por los dominicanos. El país exige soluciones, no más excusas. En este nuevo cuatrienio, el presidente cuenta con todas las herramientas para realizar las transformaciones necesarias: no hay pandemia, no hay guerra en Europa que pueda servir de pretexto, y el gobierno tiene mayoría en el Congreso. Es hora de actuar.

La ciudadanía espera acciones concretas y soluciones que mejoren nuestra calidad de vida. Ya no hay margen para discursos vacíos, el país necesita resultados.

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