Desde hace varios años, Santo Domingo arrastra una crisis de movilidad que afecta la calidad de vida de millones de ciudadanos. La capital dominicana, con un parque vehicular creciente y una infraestructura vial que no se ha modernizado al mismo ritmo, se ha convertido en un escenario cotidiano de tapones, estrés y pérdida de productividad. Entre las soluciones propuestas para enfrentar esta realidad, una de las más prometedoras ha sido la implementación de los llamados pares viales. Sin embargo, a pesar de haber sido anunciados con entusiasmo y respaldados por estudios técnicos, su ejecución concreta aún no se materializa.
Los pares viales son una estrategia de reorganización del tránsito que consiste en tomar dos calles o avenidas paralelas y convertirlas en vías de un sólo sentido, pero en direcciones opuestas. Esta técnica, usada con éxito en numerosas ciudades del mundo, busca reducir los conflictos en intersecciones, eliminar giros peligrosos, facilitar la circulación y permitir una mejor coordinación semafórica. Además, bien planificada, puede abrir espacio para peatones, ciclovías y transporte público más eficiente.
En el caso de Santo Domingo, un estudio técnico realizado por la empresa brasileña Imtraff en 2023 identificó al menos cinco pares viales estratégicos. La propuesta planteaba convertir la Abraham Lincoln en una vía exclusiva de norte a sur y la Winston Churchill en sentido contrario, de sur a norte, lo que permitiría descongestionar una de las zonas más transitadas de la ciudad.
Otro par propuesto incluía la calle Carmen Mendoza de Cornielle y la avenida Defilló, así como las avenidas Gustavo Mejía Ricart y Roberto Pastoriza, con la intención de agilizar el flujo en sectores residenciales y comerciales claves. También se recomendó reordenar el tránsito en las avenidas Lope de Vega y Tiradentes hasta la José Contreras, incluso con la construcción de un túnel en la Tiradentes. Finalmente, se contemplaba reorganizar el tránsito entre la Rómulo Betancourt y la avenida Sarasota, extendiendo el rediseño hacia la Simón Bolívar y José Contreras.
Estas medidas, junto a otras 143 anunciadas por el Gabinete de Transporte, formaban parte de un plan integral para transformar la movilidad urbana en la capital. De hecho, a principios de abril de este año se observaron señales de preparación para su aplicación, como la cobertura de letreros de «no doblar a la izquierda» en avenidas clave. Sin embargo, hasta el momento no se ha avanzado más allá de los gestos preliminares.
La falta de ejecución se explica por varias razones. Por un lado, persiste una debilidad estructural en la coordinación interinstitucional: el Intrant, la Digesett, los ayuntamientos y el Ministerio de Obras Públicas no siempre actúan en sincronía. Por otro, hay una clara ausencia de socialización pública. La ciudadanía desconoce los beneficios de estas medidas y, en muchos casos, las percibe como improvisaciones más que como soluciones técnicas. A esto se suma el temor natural al cambio que tienen residentes y comerciantes, especialmente cuando no se les informa ni se les consulta.
Pero el tiempo sigue pasando, el parque vehicular sigue creciendo, y el desorden vial empeora. Postergar decisiones como esta sólo profundiza el problema. Los pares viales no van a resolver por sí solos el caos del tránsito, pero sí representan una acción concreta, técnicamente viable y de bajo costo en comparación con otras alternativas. Ignorarlos, o dejarlos en el papel, es una muestra más del divorcio entre la planificación y la ejecución.
Es urgente pasar del anuncio a la acción. Santo Domingo necesita soluciones valientes, racionales y sostenidas en el tiempo. No podemos seguir dependiendo exclusivamente de agentes de tránsito en cada esquina ni de medidas paliativas. El tránsito moderno se gestiona con ordenamiento urbano, tecnología, educación ciudadana y decisiones firmes. La implementación de los pares viales sería una señal clara de que finalmente estamos dispuestos a encarar el problema con seriedad. Que se planificó, que se consultó, y que, por fin, se ejecutó.
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