18/05/2025
Cine

«Warfare: tempo de guerra», memorias desde un terreno hostil sin poses políticas

Por su larga historia de desempeño, las memorias y anécdotas de la milicia de Estados Unidos las suponemos de una vastedad inmensa. De esos relatos se ha nutrido innumerables veces la historia del cine, con personajes y eventos durante y después de los conflictos bélicos donde hayan visto acción, en especial de los últimos dos siglos, y mostrados en filmes como Los mejores años de nuestras vidas (1946), De aquí a la eternidad (1953), Coming home (1978), Apocalypse Now (1979), Rambo (Fisrt blood,1982), Historia de un soldado (1984), Pelotón (1986), Nacido en 4 de Julio (1989), Salvando al soldado Ryan (1998), Pearl Harbor (2001), The Hurt Locker (2008) y American Sniper(2014), por solo citar varias en que preponderantemente se expone el punto de vista militar estadounidense. 

Nos atrevemos a asegurar que el citado soldado de USA ha sido el más expuesto en la pantalla, con relatos que van desde la fundación de su país hasta el último en manipular un gramo de pólvora o dispositivo tecnológico a control remoto que cumplió su misión recientemente, y cuya historia nos llegará en un futuro no muy lejano, sin importar que tal misión sea un éxito o una experiencia para mostrar de que temple estaba formado tal o cual hombre o mujer.

Con Warfare (de 1 hora y 35 min., producida por DNA Films; distribuida por A24 y Apple TV+), y basada en las experiencias reales del ex Navy Seal, Ray Mendoza –coguionista del filme– durante la guerra de Irak, estamos ante una pequeña en apariencia y a la vez gran película de 2025, y sin concesiones políticas de ningún bando pues no hay tiempo para eso en su trepidante desarrollo. El filme se limita al relato de supervivencia de un pelotón de observación de cerca de quince hombres, destacado en una casa en Ramadi, Iraq, en noviembre de 2006, el cual fue asediado por un grupo de guerrilleros civiles locales, bajo tensa jornada de combate y en espera de refuerzos (es inevitable que el espectador recuerde La caída del halcón negro, 2001, de Ridley Scott), pero aun así el nuevo filme de Alex Garland posee sus particularidades.    

Una sofocante y claustrofóbica atmósfera donde por momentos apenas se escucha el respirar de esos hombres va a contrastar con el infierno que se nos insinúa habrá de desatarse en cualquier instante y así la película es un ejercicio de tenso pulso narrativo que nos sobrecoge el aliento, en suspenso constante, con escasez de diálogo, donde el sonido o su ausencia se establecen como otro personaje, en donde, y guardando las distancias, esa contemplación u observación que hace James Stewart en La ventana indiscreta (1954), esta vez se hace desde un terreno de hostilidad superior y alcanza un nivel de mayor tensión en cada milímetro captado por miras telescópicas de alto alcance y apoyado por alta tecnología.      

Un reparto prácticamente desconocido (figuras que están en construcción de breves filmografías con ligeras excepciones) dota al filme de un realismo y verosimilitud innegables. La casa tomada como centro operativo por los soldados, el escarceo de los locales a su alrededor en aparente normalidad; los furtivos ataques armados, la evacuación de heridos y la intención de mantener la posición, enmarcan un relato lleno de peligros, dolorosas sorpresas, valor a ambos lados del conflicto y sobre todo capacidad de resistencia en pos de la supervivencia, en donde no hay espacio más que para el monosilábico dialogo desesperado, cortante y mínimo ante la situación vivida por los relatores de dicha odisea en 2006 en terreno iraquí. Sugiero prestar atención a los créditos y minutos finales con soldados sobrevivientes reales en el set de filmación. 

Contexto del conflicto
Estados Unidos acusó al régimen de Sadam Huseín de poseer armas de destrucción masiva para justificar la invasión a Irak en 2003. La guerra comenzó el 20 de marzo de 2003 con la invasión de una coalición liderada por Estados Unidos y se extendió con una guerra civil hasta la retirada de las tropas en 2011. Las tensiones entre Estados Unidos e Irak habían comenzado con la invasión iraquí de Kuwait en 1990. La guerra entre Irán e Irak en la década anterior le había generado a Bagdad una deuda de 14,000 millones de dólares con el emirato kuwaití, que le había apoyado. En ese contexto, el presidente iraquí Sadam Huseín acusó al país vecino de haber realizado perforaciones en territorio iraquí y de haber hecho bajar el precio del petróleo.

Más sobre Alex Garland
Nuevamente, el guionista y director Alex Garland (nacido en 1970, en Londres, Inglaterra), opta por pisar terreno movedizo en el campo político-militar, como si esa practica resultara placentera para su paladar. El cineasta que nos trajo Ex Machina (2014, con Alicia Vikander, Domhnall Gleeson y Oscar Isaac), con el relato de un futuro posible de convivencia entre humanos e inteligencia artificial humanoide; por igual fue responsable de Aniquilación (2018, con Natalie Portman, Jennifer Jason Leigh, Gina Rodríguez, Oscar Isaac y Tessa Thompson), conformando un pelotón científico-militar «para explorar una misteriosa zona donde no se aplican las leyes de la naturaleza cuando un extraño resplandor multicolor cubre un faro y área forestal», en un drama fantástico de horror psicológico y corporal, que a valoración nuestra apenas sirve para matar el rato.

Igualmente, dentro del fragor político y electoral estadounidense de 2024, mientras Ali Abbasi publicó su biopic con aire de docudrama The Apprentice sobre Donald Trump (con un convincente Sebastian Stan y un Jeremy Strong a quien se le escamoteó el premio Oscar que fue a manos de Kieran Culkin por A real pain), Garland estrenó Guerra Civil (de DNA Films, con Kirsten Dunst, Wagner Moura y Cailee Spaeny), un thriler político de acción con tono de road trip,  con su visión o aproximación a esa fatídica profecía que desde largas décadas ha rondado parte de la imaginación colectiva en cuanto a la estabilidad y compactación de la unión norteamericana, que, según la misma, podría verse afectada por diferencias políticas y producir separaciones de varios estados que hasta se proclamarían como países independientes.

En lo personal consideramos que Guerra Civil quedó corta en su planteamiento y argumentaciones, y más bien falta de profundidad y grandeza filosófica, política y militar; en cambio, esta Warfare sintetiza un proceso de madurez de un cineasta que merece más atención, que, si bien ya cuenta con seis filmes dirigidos, ha puesto su firma a cerca de veinte guiones, entre ellos los de varios video juegos, los de tres filmes de Danny Boyle, como La playa (de 2000, con DiCaprio); 28 días después (2002, con Cillian Murphy y Naomi Harris) y Sunshine (2007); además, la miniserie animada Batman: Black and White (2008-09); el romance trágico Never let me go (Nunca me abandones, 2010, de Mark Romanek, con Keira Knightley, Carey Mulligan y Andrew Garfield); y la distopía de ciencia ficción y acción, Dredd (2012, de Pete Travis), por solo citar algunos.

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