El Gobierno camina con determinación por la ruta de las reformas. Con la modificación a la Constitución a tiro de hit, el presidente Luis Abinader se apresta para cerrar una fase que no representó inconveniente para que se aprobara en su esencia la propuesta que depositó en el Congreso Nacional. Solo una, reducir de 190 a 137 la matrícula de la Cámara de Diputados, sufrió un cambio que no desilusionó al Ejecutivo. El tema cerró con veinte diputados menos. La aprobación en primera lectura en la Asamblea Nacional Revisora sirvió para que el Partido Revolucionario Moderno sacara músculos gracias a su mayoría representativa en ambas cámaras.
En un estado cada vez más angustiante debido la imperante necesidad de aumentar las recaudaciones, con la posibilidad de aprovechar su predominio en el Poder Legislativo, Abinader y su Gabinete económico, dan un paso al frente y someten un proyecto de ley de reforma fiscal que no podía seguir postergándose. Una decisión valiente, políticamente arriesgada a mediano plazo, en la que el presidente se juega parte de su legado. Es una de las reformas más abarcadoras entre las que se cuentan de la historia reciente. No es para menos, debido a la urgencia económica que viene afectando la administración pública no desde que se juramentó este Gobierno el 16 de agosto del 2020, de mucho antes.
La ola reactiva de los sectores que se oponen a la eliminación de incentivos y al incremento de los impuestos, no se hizo esperar. El bullicioso espectro de quienes empezaron a beneficiarse de la Ley de Cine aprobada en el 2010, tomó los altoparlantes y manifestó su rechazo radical a cualquier modificación a las bondades de la legislación. Pero más que atacar, criticar o rechazar no más, no vale de mucho en este tramo. Las reformas fiscales son odiosas, y cada quien tratará de defender sus intereses particulares, que en algunos casos no son colectivos. Jochi Vicente, ministro de Hacienda, que llevó la voz cantante en «LA Semanal con la Prensa» del pasado lunes cuando se presentó el anteproyecto, sostuvo que esta reforma no es contra nadie, sino a favor de la ciudadanía.
Zona franca, turismo, mecenazgo y cine son sectores que pueden ver reducidos las bondades de las exenciones fiscales que, en la mayoría de los casos, con excepción de la natimuerta Ley de Mecenazgo, están en la línea de fuego de la propuesta de modificación depositada en el Congreso.
La eliminación del anticipo, aumento del salario mínimo e inversiones en sectores vitales como salud, educación, transporte y seguridad conforman el paquete de medidas positivas que impactarán a la ciudadanía tras la aprobación de la reforma. Productos esenciales como el pan, huevo, pollo, plátano, yuca, leche y arroz quedarían exentos de impuestos. ¿Qué tanto pudiera ser modificado el proyecto de ley en el proceso de discusión que apenas se inicia? El tiempo dirá. Para el ministro de Hacienda recordó que «no ha habido ninguna reforma desde el 1992 que haya tenido un impacto negativo en el crecimiento» de la economía. Que esta no sea la excepción y ojalá que la oposición juegue un rol de participación en el debate, porque es más que necesario.
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