El verde color de la esperanza que floreció en el periodismo en agosto del 2012 con la salida de la revista «La Lupa sin trabas», cambió en poco más de un año a un color ininteligible, como sucede en esos moratones que se forman tras algún magullón en el cuerpo. La publicación quicenal, apadrinada por el grupo de Noticias SIN, con la participación de Bernardo Vega, envió al sector periodístico una señal medianamente alentadora, porque antes habían cerrado las revistas Rumbo y Ahora! (en su segunda etapa), ediciones con el mismo formato y visiones profesionales similares.
El tímido anuncio del cierre de «La Lupa», nunca he entendido cómo se organizan esas fiestas sociales tan pomposas cada vez que sale un nuevo medio impreso cuya suerte, desde el principio, de los caprichos empresariales de sus propietarios, aunque el suyo era el caso, se dio a conocer poco después de los importantes despidos que se produjeron el pasado día 31 en periódico El Caribe.
Desde entonces, entre periodistas, se manifestó esa molestosa incertidumbre laboral, que aniquila cualquier buen intento para producir una aceptable crónica o cobertura cotidiana que impone la agenda del día. No solo por el cierre de la revista que impulsó el grupo SIN de Fernando Hasbún y su esposa, la periodista Alicia Ortega, y Vega, no solo por los despidos registrados en El Caribe, sino porque antes de que termine el año se esperan otros movimientos en este sector que, más que favorecer, podrían agudizar el panorama desalentador en este renglón.
Algunos se frotan las manos, porque tras la salida de la cárcel del ex banquero y presidente del desaparecido Banco Intercontinental (Baninter), Ramoncito Báez Figueroa, tomaron cuerpo los rumores de una posible reapertura del periódico El Siglo, que cerró el 31 de septiembre de 2001. Pero es solo un elemento de lo mucho que se espera –en teoría– que se produzca en la industria del periodismo en República Dominicana, especialmente, en el área de la prensa escrita.
Pero los más escépticos, ven el panorama incierto, sobre todo debido a las razones de los hechos registrados en la última semana: una crisis económica que golpea con la misma efectividad en que lo hacía el boxeador Mike Tyson. En el caso de «La Lupa», hay quienes entienden que la revista surgió sobre unos cimientos –y un plan de negocio– muy débiles, con unos altos costos de producción que el mismo Bernardo Vega, su director fundador, reconoció cuando daba las razones de su cierre.
Y hay que acentuar que en República Dominicana apenas se siente el movimiento de cambio que ha experimentado el periodismo en el mundo, tema que trataremos en un próximo artículo, y los medios tradicionales se resisten a ir girando con esas tendencias que impone el cambiante sector de la tecnología. En el caso de los periódicos impresos, apenas están entendiendo la importancia de sus extensiones digitales, en un momento en que las principales cabeceras en el extranjero están apostando al digital first, o lo que es lo mismo, prioridad a la (casi inmediata) versión digital por encima de la impresa que sale hasta con 18 horas de diferencia con relación a la primera.
En su breve nota del martes, «La Lupa» se despide, irónicamente, dejando por sentado que «la revista estudia otras alternativas de modelo de negocios», fórmula que su grupo editorial debió abrazar, aunque fuera como experimento, desde el primero de los 31 números que llegaron a publicar.
Comentarios