Termina el año, inicia un Año Nuevo. Ocasión oportuna para pasar balance y prepararnos para un futuro impredecible, pero con las posibilidades de confrontar los retos que sí dependen de cada quien de manera particular. El balance de estos doce meses que pasan al pasado tienen un peso específico en cada uno de nosotros que integramos el territorio que nos legaron como Nación. Hay razones para agradecer todo aquello que devino en fortuna y hasta de los infortunios que suelen dificultar la cotidianidad individual o colectiva.
La Humanidad está constantemente en amenaza, una amenaza impredecible por los efectos cada vez más inclementes provocados por el cambio climático, pero también por el capricho de la clase gobernante, a ratos irresponsable, egocéntrica, insaciable y desmedida. Todo ello vale para las razones que desataron la invasión de Rusia contra Ucrania, guerra activa tras el ataque del primero al segundo ocurrida en febrero del 2022.
En este hemisferio, en esa gran nación que juega al papel de árbitro frente al resto de las repúblicas, fuimos testigos en noviembre pasado el relanzamiento del trumpismo tras los resultados de las elecciones que permitirán que Donald Trump se instale nuevamente en la Casa Blanca para un nuevo período de cuatro años.
Pero aún más cerca de nosotros, Haití se sigue hundiendo en el lodo de la delincuencia, la pobreza, la falta de institucionalidad y el desorden. Un vecino que no termina de encontrar la puerta hacia el desarrollo, el crecimiento y el despegue de la estabilidad que pueda permitirle a su gente echar raíces y generar riquezas en su suelo. Una situación que impacta de manera directa en Dominicana. Y en otras partes del mundo.
Con el apoyo del presidente de Kenia, William Ruto, que estuvo, de visita en Puerto Príncipe, se desplegó un grupo de efectivos de su país para integrarse a la Misión Multinacional de Apoyo a la Seguridad que opera en territorio para ayudar a la Policía a hacer frente a las sangrientas bandas armadas. Poco ha logrado esta acción para controlar la ola delincuencial que tiene al vecino país sumido en una pobreza extrema que afecta a la gran mayoría de su población.
El 2024 nos dejó unas elecciones celebradas en febrero (municipales) y en mayo (presidenciales y congresuales) en las que el Partido Revolucionario Moderno (PRM) reconfirmó su predominio en todos los estamentos de poder. El país todavía no se sobrepone del todo de un proselitismo que no ha tomado pausa desde las elecciones del 2020. Un nuevo año nos invita a recargar energía de manera positiva, con un optimismo que nos permita afrontar desafíos particulares y como país para seguir adelante, con la esperanza de lograr metas que beneficien a unos y otros. República Dominicana es un gran país, con espacio, claro que sí, para seguir avanzando y mejorando.
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