No estamos ante un típico biopic que en su relato vaya y venga en el tiempo pasado y presente del tema central, ni mucho menos con diálogos informativos que den pistas y le establezcan al espectador fragmentos de datos de la persona en cuestión. No. Estamos ante una aproximación al periodo de fulgurante explosión del jovencito Bob Dylan (interpretado por Timothée Chalamet) recién llegado a New York a sus veinte años de edad, en medio de las convulsiones sociales de 1961 a 1965, año este último en que surge su sencillo transgresor de seis minutos Like a rolling stone (Como un vagabundo), con el que «amplió los límites comerciales y creativos de la música popular», y de donde se toma la frase que da título al filme.
La producción de estilo docudrama musical (de 2h, 21min., estrenada el 25 de diciembre 2024, y con ocho nominaciones al premio Oscar del 2 de marzo de 2025, incluyendo Mejor película y Dirección), se plantea ambiciosa en la inclusión de exteriores decorados, nutridos de vehículos y personas ataviadas con las prendas de la época.
Lo mismo que toda la ambientación general, refleja la atmósfera en que interactúan activistas sociales y cultivadores de la música folclórica estadounidense, como Joan Báez (Mónica Barbaro), joven cantora ya establecida en la ciudad; defensora y amante de Dylan, y quien en esos días –con su álbum Joan Báez, Vol. 1 (octubre de 1960)– desempolvaba y reponía en el ambiente musical la tradicional canción The house of the rising sun (La casa del sol naciente), que será en lo adelante tomada por varios artistas.
También en escena está Pete Seeger (Edward Norton), la figura más veterana de la escena desde los años 40, e incluido, junto a su grupo The Weavers, en la Lista Negra de la Era McCarty, e inmortalizado por sus composiciones ¿Where have all the flowers gone?, If I had a hammer; Turn! Turn! Turn!, y el himno civil y espiritual We shall overcome, entre otras, versionadas por múltiples vocalistas.
Otros experimentados que figuran en el relato, son el carismático Johnny Cash (Boyd Holbrook), y un convaleciente de la enfermedad de Huntington –abiertamente comunista, e influyente en Dylan– el icónico Woody Guthrie (Scoot McNairy), autor en 1940 de la polémica This land is your land (Esta tierra es tu tierra), «como respuesta a lo que sentía que era una sobreutilización en la radio de la canción God Bless America, de Irving Berlin» (This land.. recibe un breve guiño de parte de Norton al salir de una corte) Guthrie (interno en el Hospital Psiquiátrico Greystone Park en el condado de Morris, Nueva Jersey, de 1956 a 1961), también es parte del interés que impulsa al chico Dylan hacia la ciudad, pues lo veía como su ídolo, para consultarlo, y guitarra en mano, hacer de su conocimiento sus creaciones.
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Sobre el repertorio de Guthrie, Dylan escribió: «Las canciones en sí mismas estaban realmente más allá de toda categoría. Tenían el alcance infinito de la humanidad en ellas». En torno a su cama se encontró con Seeger y este lo impulsa e introduce en el circuito bares y otras localidades que acogen la música de sus iguales, como los abarrotados festivales de Newport o de Monterrey.
Igualmente se muestra su interacción en los estudios de las gigantes disqueras, y el intercambio de cartas y elogios entre Cash y Dylan. De eso va este filme, al tiempo que Dylan comenta: «La música folk es eterna como las obras de Shakespeare. Dicen que nadie oye lo que un niño compuso hace un mes», y lo hace, naturalmente, dudando del potencial de las obras que va recién publicando.
Este terreno no es desconocido para James Mangold (nacido en New York, en 1963), pues fue responsable de la parsimoniosa Walk the line (2005, con Joaquín Phoenix y Reese Witherspoon, sobre la tortuosa pareja de la música Johnny Cash y June Carter, en donde, por cierto, hay diálogos sobre las cartas entre Dylan y Cash).
Todos estos cantores coexisten en Un completo desconocido, creando y evolucionando versos y patrones que habrán de trascender fronteras e influenciar a jóvenes cantautores de otros idiomas e inquietudes comunes que giraban en torno al desarme internacional, derechos civiles, derechos de los trabajadores, la contracultura, causas medioambientales y el fin de la guerra de Vietnam.
Como muestra, recordemos que la revolución cubana desmontó la exuberante y altisonante escena musical de ese país y pasó a cultivarse la nueva trova, una especie de nueva canción minimalista, no solo para el plano romántico, sino también vinculada al fragor de los cambios políticos y sociales. Efectos de ese fenómeno vivieron República Dominicana y otros países de la región.
Con pasmosa naturalidad, Chalamet, haciendo de Dylan no desmonta ningún mito, y eso no parece inquietar a los guionistas (James Mangold y Jay Cocks, basados en el libro de Elijah Wald; y contrario al tratamiento en Walk the line, aquí no tenemos flashback de ningún tópico, es decir, ni de infancia, ni referencias a padres, ni segmentos de su labor en años anteriores. En cambio, todo el enfoque es para la efervescencia creadora entre 1961 y 1965). Por más insistencia, cama y atención que reciba de las chicas Joan Baez y Sylvie Russo (Elle Fanning) con quienes se involucra, Dylan, con actitud hermética y sin apego, no suelta prendas sobre familia, ni su pasado o su abandono de la Universidad al final del primer año.
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En cambio, como volcán en erupción o tormenta en calma, y armado de su peculiar voz, de su guitarra, harmónica al cuello o ante los teclados; hipnotiza a la audiencia en base a blues, rock, gospel, country y pop tradicional, vocalizando los que serán sus primeros grandes clásicos: las enigmáticas Blowin’ in the wind (Flotando en el viento), Mr. Tambourine Man, Oxford Town; y las desafiantes The times they are a-changin’ (Los tiempos están cambiando), Maggie’s Farm (La granja de Maggie) y A hard rain’s a-gonna fall (Una lluvia fuerte va a caer).
«¿Cuántas veces debe un hombre levantar la vista antes de poder ver el cielo? La respuesta, mi amigo, está flotando en el viento».
Un nombre en homenaje
De nombre real Robert Allen Zimmerman (nacido el 24 de mayo de 1941, en Duluth, Minnesota, EE.UU., y ya hoy con más de 125 millones de álbumes vendidos), el cantautor, luego de varios previos, tomó su nombre artístico como homenaje al poeta galés Dylan Tomas, de quien adapta un poema que este escribió para su hijo de nueve años en 1948, y fragmentos del mismo los agregó a su extensa canción A hard rain’s a-gonna fall; inmediatamente catalogada de premonitoria y apocalíptica.
Oh, ¿qué viste, mi hijo de ojos azules?,
oh, ¿qué viste, mi querido jovencito?,
vi a un bebé recién nacido rodeado de lobos salvajes,
vi una carretera de diamantes sin nadie en ella,
vi una rama negra con sangre fresca todavía goteando,
vi una habitación llena de hombres con sus martillos sangrando,
vi una escalera blanca toda cubierta de agua (…),
y es duro, y es duro, es duro, es duro,
y una lluvia fuerte va a caer (…)
Apelando mayormente a un otoño infinito (y breves instantes de primavera), la fotografía del dos veces nominado al premio Oscar, el griego Phedon Papamichael (El juicio de los 7 de Chicago, del 2021, de Aaron Sorkin) y Nebraska (2014, de Alexander Payne)), se concentra ampliamente en tonos fríos, ocre y sepia (marrón rojizo), mostrando la atmosfera pesimista, sombría e incierta de los días que están viviendo estos personajes. Curiosamente este renglón fue ignorado por la Academia en sus postulaciones.
Iniciando la década de 1960, la vida transcurría en plena Guerra Fría; con John F. Kennedy llegando a la Casa Blanca; con Cuba explorando y exportando su para entonces nuevo e inquietante modelo político; coincidiendo con la llamada «Crisis de los Misiles»; con la carrera espacial como nuevo terreno de confrontación entre las grandes potencias; con una guerra en Vietnam que arrebató más de un millón cuatrocientas mil vidas; con la plantación de un muro que dividió a Alemania durante tres décadas, con el funesto bloqueo a Cuba: con la aniquilación fatal de Kennedy y otras figuras. A ese contexto noticioso, de manera dosificada, también recurre la producción, insertando audios e imágenes originales para puntualizar el ambiente que están viviendo estos personajes en medio de su proceso artístico.
Como en todo proceso evolutivo, a pesar de las tendencias conservadoras de varios adultos que se resistían al cambio; los jóvenes, motivados por su intuición de vanguardia, con el interés de probar nuevas exploraciones –incluyendo la electrónica–, propiciaran la inevitable la fricción entre unos y otro, y eso planteó rupturas en ese núcleo de artistas que aún les faltaban muchas millas por recorrer. Muchos de esos cantores se reencontrarán en el camino.
Al cierre del filme, Dylan se expone en una autopista como premonición a un trágico evento que sucedería meses más tarde, pero lo que no se insinúa es que en esos días está en la antesala de ser objeto del documental Dont look back, de Donn Alan Pennebaker, cubriendo su gira por Inglaterra en 1965; y a punto de publicar sus álbumes Bringing It All Back Home, Highway 61 Revisited (ambos del ‘65) y Blonde on Blonde (de 1966)
Las composiciones del joven de Minnesota (Premio Nobel de Literatura 2016) fueron versionadas con éxito por innumerables artistas como The Animals, The Byrds, Joan Baez, The Beach Boys, Johnny Cash, The Beatles, Sonny & Cher, Harry Belafonte, The Hollies, The Association, Manfred Mann, The Turtles, el trio Peter, Paul & Mary, David Bowie, Michael Bolton, Tracy Chapman, Eric Clapton y muchos más.
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