Godless, recién estrenada en Netflix, es una producción que ustedes indudablemente disfrutarán, si son amantes del género Western.
Pero si no lo son, de cualquier modo este es un sopesado trabajo del guionista, director y creador de la serie, Scott Frank (con la inestimable ayuda del talentoso director Steven Soderberg), realizado con la dedicación, entrega, amor y pleno conocimiento de quien reconoce que transita un terreno peligroso, pero sabe a conciencia cómo salir airoso de allí.
Es decir, esta es una producción televisiva que cautiva e impresiona a primera vista, apoyada simplemente en un espléndido uso de algunos elementos vitales del lenguaje cinematográfico –fotografía, música, escenografía y ambientación –pero además, en unas formidables actuaciones, primero, de un increíblemente sorprendente Jeff Daniels, y luego, prácticamente de todo el que aparece en pantalla.
Eso es, al final, lo que se desprende de esta exuberante, a ratos macabra y violenta recreación de un relato que parece extraído de una colección o catálogo maldito, de abominables leyendas y mitos sobre el viejo, lejano y salvaje Oeste.
Por lo tanto, y aunque en ningún momento transige con los rígidos postulados del género que la define, en procura de lograr un mayor nivel de aceptación, Godless sí apela en cambio, a la sensibilidad y complacencia del genuino amante del cine.
Resulta bastante sugestivo, y no exento de riesgo naturalmente, cómo Godless establece sus coordenadas artísticas y narrativas, partiendo de un hecho que se presenta en pasado, o sea ya sucedido, para a continuación desarrollar una historia en apariencia incidental, pero que es el fruto directo del aquel acontecimiento.
¿Se entiende esto? Probablemente no. Pero este es uno de los aspectos que más nos fascina de esta producción, y ustedes tendrán una mejor comprensión del mismo, si me limito a no ofrecer demasiados detalles, y dejar que descubran por sí mismos cómo la serie arranca, y a renglón seguido toma una bifurcación, para decirlo de alguna manera, que termina siendo la historia que narra. ¿No es esto realmente apasionante? Excelente trabajo del director y guionista Scott.
Ahora bien, entre su punto de partida y su cierre, transcurre lógicamente un buen periodo de tiempo y muchas cosas pasan. Pero el relato avanza con la cadencia de un ritmo pausado y sin el menor asomo de precipitación.
En consecuencia, la historia se toma su tiempo en delinear los caracteres de los personajes, y cada uno de ellos es rico en su propia peculiaridad, pero también en integrar el agreste, a veces traicionero y naturalmente, hermosos paisajes, dentro del contexto narrativo del relato.
En ese sentido, el ‘opening’ de la serie de tan solo 7 capítulos, pero con una duración y profundidad narrativa que la hace sentir más extensa, no podía ser más subyugante y perturbador. Cubierta por una densa nube de polvo, la cámara se desliza con parsimonia, y entre la humareda va pesadamente dejando al descubierto no solo a quienes se acercan, sino sobre todo, un cuadro dantesco y aterrador.
Decenas de cuerpos de hombres, mujeres y niños aparecen por doquier, en un pequeño pueblo, salvajemente asesinados… el cuerpo de un niño, incluso, pende en lo alto, mientras se destaca en medio de aquella barbarie, el canto de una joven mujer que en completo estado de ‘shock’ y frenesí, eleva una canción de connotación religiosa como si no saliera de su interior.
Allí solo hay espacio para la negación y el clamor más hondo desesperante. ¿Cómo puede ser posible tanta maldad y crueldad? Aquella es una larga y enervante secuencia en la que apenas hay diálogos, y la fotografía, espléndidamente escalofriante y la música, han sido los elementos que han puesto aquello en perspectiva, ubicándonos de repente en algún malhadado episodio de una historia en la que ninguno de nosotros quisiéramos haber pertenecido.
No todo es perfecto en Godless, sin embargo, y ahí está el repentino cambio de actitud del Sheriff Bill McNue, (Scoot McNairy), quien a conveniencias del guion recupera a tiempo la visión. De todos modos, para entonces los valores de la producción son innegablemente elocuentes.
En ese sentido, uno de los aspectos más interesantes de ‘Godless’, el cual por cierto, pone en evidencia la gran profundidad y amplia dimensión que adquiera la actuación de Jeff Daniels, es el hecho de que a su personaje Frank Griffin, rara vez se le ve disparando o asesinando a alguien.
El temor que él infunde es mayormente físico y se extiende a partir del hecho de su sola presencia, de las leyendas o sus elucubraciones filosóficas/religiosas. Para reforzar este perfil, además, Griffin se comporta a menudo como si ciertamente actuara protegido por un poder divino –hay un momento en particular, en el enfrentamiento en el pueblo de La Belle (poblado casi en su totalidad por mujeres), en el que puede observarse este comportamiento.
No ha de extrañar, entonces, que el terror y miedo que infunde su presencia, con su sombrero hasta las cejas, su cabeza ladeada y su penetrante mirada, se sientan hasta en los confines del mundo.
¡Que tremenda actuación! Tanto Daniels como Michelle Dockery, Merrit Wever y Jack O’Connell deben tener desde ya sus seguras nominaciones a los premios Emmys. Pero ellos no son los únicos notables aquí, y ahí reside tal vez parte de la grandeza de Godless.
En cierta forma esta es una historia de venganza y redención, tanto en lo que concierne al personaje de Griffin, quien como líder de una banda de forajidos que van de pueblo en pueblo aterrorizando, robando y masacrando a todo ser vivo que encuentren a su paso, como en lo que respecta y significa para Roy Goode (Jack O’Connell) y para el propio Griffin, el ineludible enfrentamiento entre ambos.
Narrada alternativamente mezclando el presente con un pasado que sirve de elemento puntualizador de la historia que lentamente va tomando cuerpo, Godless es un western en el sentido estricto del término, pero al mismo tiempo, su tono y entramado visual apuntan hacia otros confines del espectro cinematográfico.
Ese es, sin dudas, uno de los aspectos que hacen esta producción tan interesante. Godless es un western como muy pocos. Un gran triunfo para su guionista y director, Scott Frank, después de unos 15 años esperando para hacerla realidad.
A propósito, aunque esta es una historia de ficción, hay un detalle verdaderamente importante que es oportuno mencionar. En Godless Frank Griffin se presente como de los sobrevivientes de la masacre de Mountain Meadows, ocurrido en el estado de Utah el 11 de Septiembre de 1857, lo cual es un hecho real atribuido a una legión de la iglesia de los Mormones.
De este hecho y sobre todo, de la forma como él fue criado es de donde nace la psicología y retorcido impulso de su personaje. Así que es vital prestar atención al momento en que hace referencia a esto para poder comprender mejor su proceder.
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