Se ha vuelto una costumbre que de los deterioros o malas condiciones de edificios o cualquier obra física estatal se enteren en el gobierno por denuncias que hagan en las redes los ciudadanos vía celulares. Aparentemente, las decenas de inspectores de Obras Públicas, Ministerio de Vivienda o cualquier alcaldía del país sólo reciben sus jugosos salarios, pero sin salir a las calles a observar lo que está pasando con las obras públicas o privadas pero que están en manos de supervisión estatal.
El peor de los casos es la tragedia del Jet Set, cuyos vecinos denunciaban las malas condiciones del edificio privado pero que ni Ministerio Público o algún inspector del ayuntamiento hiciera nada quizás algún soborno que recibieran. Las constantes denuncias de malas condiciones de lugares como el puente Francisco del Rosario Sánchez, puente Seco de la autopista Duarte, cercano al kilómetro 14, o el elevado de la Kennedy con la avenida Winston Churchill son situaciones que deberían verlas los inspectores de instituciones vinculadas a la construcción del gobierno.
Lo mismo que túneles y autopistas en todo el país. La mala costumbre o cultura de sólo construir y nada de dar mantenimiento son unas de las malas cosas con las que convive el dominicano pero que también se manifiestan en todos los gobiernos. En cualquier punto de las ciudades vemos cúmulos de basura sin recoger, calles deterioradas mientras repavimentan otras en buenas condiciones, en fin, gastos innecesarios mientras la ciudadanía sufre las condiciones de malos servicios públicos.
El Gobierno tiene un respiro en cuanto a ataques a sus ineficaces planes de mantenimiento de Obras Públicas porque uno de los más críticos en ese sentido está en nómina estatal, por tanto, todo lo minimiza y no ve peligro en nada.
Si esto no sucediera, de lo contrario las autoridades tuvieran que están repartiendo dinero en búsqueda de acallar voces críticas de las que existen por docena.
Sólo recordar la campaña de descrédito que fue víctima el anterior ministro de Obras Públicas, Deligne Asención cuyo puesto perdió, aunque haciendo una buena labor, fue destituido debido a las maledicencias hechas en su contra. Por tanto y no es invertir en supuestas campañas de prensa, relaciones públicas o reputacional, sino hacer las cosas bien y observar lo que pasa alrededor para que la ciudadanía sienta que tiene un buen gobierno que repara las obras públicas.
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