30/10/2025
Editorial

Reinventarse, el desafío del periodismo

YouTube no solo cambió la forma de ver videos: transformó el modo en que millones de personas se informan. El nuevo informe del Reuters Institute confirma una realidad ya palpable: los ciudadanos, en especial los jóvenes, buscan en las plataformas digitales no solo entretenimiento, sino también análisis político, opinión y contexto. La pantalla chica fue reemplazada por el algoritmo.

Los medios tradicionales, antaño guardianes del relato público, ven cómo su influencia se disuelve en un ecosistema fragmentado donde conviven periodistas, influencers, comediantes y activistas. La autoridad ya no proviene de la marca, sino del carisma, la cercanía y la autenticidad percibida. En YouTube, la noticia se vuelve conversación; en TikTok, meme; en Instagram, relato visual. Lo que se pierde en rigor, se gana en conexión emocional.

Pero este nuevo orden informativo tiene un precio. La libertad creativa se combina con una peligrosa volatilidad: los algoritmos premian la indignación y castigan la duda. La desinformación se camufla entre contenidos virales y los sesgos ideológicos se multiplican. El estudio revela que el 85% de los principales creadores son hombres y que la derecha domina el espacio político digital, un reflejo de cómo la polarización se alimenta en los márgenes del entretenimiento.

En América Latina, el fenómeno se intensifica. En Argentina, la política televisiva encontró en YouTube su nueva tribuna; en Colombia, la sátira y el activismo digital se funden en un híbrido entre militancia y periodismo. La voz institucional compite con el video casero. Y, aunque los medios conservan cierto prestigio, su poder de influencia ya no se mide en rating, sino en clics.

El desafío para el periodismo no es desaparecer, sino reinventarse. Comprender las lógicas de las plataformas, reconquistar la atención sin renunciar al rigor y recuperar la confianza de audiencias que hoy prefieren escuchar a un youtuber antes que a un noticiero. En esta era de pantallas infinitas, la información sigue siendo poder. Solo cambió quién la cuenta y dónde se escucha y se ve.

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