Recientemente y mediante una conferencia ofrecida en un evento delante del Presidente de la República Danilo Medina, el empresario Franklin Báez Brugal criticó la forma rápida como se hacen ricos, empresarios y políticos.
Ese discurso del destacado empresario privado causó tantas ronchas que hasta del gobierno le contestaron.
También se sintieron dolidos políticos, voceros de prensa y otros elementos que entienden que no se debe hacer críticas a la forma en que acumulan capitales algunos sectores del país.
Brugal destacó que este es un país pobre en el que no quieren pagar impuestos principalmente los que más pueden, lo dijo francamente sin tapujos y delante del Presidente Danilo Medina, es decir nada debajo de las mangas.
Todos sabemos que la acumulación originaria de capitales durante gran parte de nuestra historia republicana se ha hecho a costas del Estado o el saqueo de sus bienes.
Otra forma de acumulación de riquezas es mediante estafas en el pago de impuestos, así como otros trucos que utiliza la burguesía tradicional y una parte de la clase política para esquilmar al Estado.
Eso no debe molestar, todo lo contrario debe de servir de parámetro para que el Estado dominicano a través de sus gobiernos pueda establecer las líneas maestras de distribuir mejor las riquezas entre todos. Así entre todos.
Porque crece la economía, crecen las inversiones pero no crecen los empleos reales, sino los parasitarios y la imposición de un Estado paternalista que se copia de países ricos cuyo Producto Interno Bruto es cuantioso, no manipulado como aquí.
Ojalá que en cada actividad empresarial o industrial a algún ejecutivo privado como Franklin Báez Brugal quien no tiene cola que le pisen pueda decir la verdad en torno a cómo se deben administrar las riquezas de nuestra Nación.
No hay porque ofenderse sólo aprender de quienes probablemente puedan mostrar riquezas no tan cuestionadas como otras que se originan de las entrañas mismas del Estado que cada vez tiene más deudas económicas, sociales, de salud y educativas que sólo recuerdan las promesas de campañas que observamos cada cuatro años electorales.
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