Recientemente, se anunciaron los distintos seleccionados para los prestigiosos Premios Nobel correspondiente a este año en las categorías de: medicina, química, física, literatura, economía y la paz.
El Nobel de Economía recayó sobre tres investigadores: Daron Acemoglu, Simon Johnson y James A. Robinson, por sus estudios sobre «cómo se forman las instituciones y cómo afectan la prosperidad». Acemoglu y Johnson son profesores del Massachusetts Institute of Tecnology (MIT) en Estados Unidos; Robinson, de la Universidad de Chicago. Estos «han demostrado la importancia de las instituciones sociales para la prosperidad de un país. Las sociedades con un Estado de derecho deficiente e instituciones que forman que explotan a la población no generan crecimiento ni cambios para mejor», explica la Academia.
Los premiados han investigado por qué las sociedades donde el Estado de derecho no funciona de manera correcta son incapaces de generar crecimiento y prosperidad, poniendo el foco en los territorios que han sufrido un proceso colonial. «Cuando los europeos colonizaron grandes partes del mundo, las instituciones de esas sociedades cambiaron. Esto fue a veces dramático, pero no ocurrió de la misma manera en todas partes», argumenta también la Academia basado en los estudios de los economistas.
Acemoglu, nacido en Turquía y formado en la Universidad de York, (Reino Unido), empezó desde el inicio de su carrera a investigar los vínculos entre la política y la economía con un enfoque holístico. Después de doctorarse en, la London School of Economics, fue nombrado profesor asistente en el MIT, donde ahora es catedrático. Sus tesis sobre la economía del desarrollo, el crecimiento económico, la tecnología (la innovación tecnológica no siempre coincide con la prosperidad), el capital humano, y la desigualdad salarial pronto encontraron amplia difusión. En 2016, el también coautor del best seller Por qué fracasan los países, 2012, escrito junto a Robinson, fue galardonado con el Premio Fundación BBVA Fronteras del Conocimiento.
Los dos economistas según narran algunos artículos de prensa, concluyeron que las brechas de prosperidad entre naciones se deben al funcionamiento de las instituciones políticas y económicas, en lugar de otros factores que constantemente se han puesto sobre la mesa, como las peculiaridades culturales, climatológicas o geográficas: «Todo es una cuestión política, el proceso político es el que crea la estructura económica de las sociedades», resumió Robinson para una entrevista.
Por su parte, el anglo-británico Simon Johnson sostiene en Poder y progreso, 2023, escrito junto a Acemoglu, que la innovación tecnológica no conlleva necesarias mejoras sociales, ya que los beneficios que genera suelen recaer en manos de pequeñas élites. Desde marzo de 2007 fue economista jefe del Fondo Monetario Internacional (FMI).
En un mundo lleno de retos enormes e inmerso en la incertidumbre, «reducir las grandes diferencias de ingresos entre los países es uno de los mayores desafíos de nuestro tiempo. Los galardonados han demostrado la importancia de las instituciones sociales para lograrlo», afirmó Jakob Svensson, presidente del comité al anunciar los nombres de los premiados.
En ese sentido, Santiago Carbó Valverde, catedrático de análisis económico de la Universidad de Valencia, dijo referente a los galardonados que «llega en un momento crítico para la evolución de la sociedad y economía mundial. En un momento de fuerte desapego social. El reconocimiento a su trabajo sobre el papel fundamental de las instituciones en la prosperidad de las naciones no podría ser más relevante en un contexto global donde el escepticismo hacia las estructuras tradicionales de poder e influencia crece.
Cuando uno lee las justificaciones, razones y criterios para premiar a estos reconocidos economistas que apuestan por el fortalecimiento de la institucionalidad y que cualquier país pueda mínimamente prosperar, y observa nuestro país y otros tantos del continente, es para ponerse a pensar en pasados ex presidentes que lo único que hicieron fue precisamente lo contrario a lo que dicen estos economistas: destrozaron la institucionalidad del país.
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