Ha propósito de la aprobación de la nueva Ley de Movilidad, Transporte y Seguridad Vial que está a la espera de promulgarse por el Poder Ejecutivo se debe recordar las formas exclusivas con que se aplican en este país lo que pone en entredicho la ejecución de esta nueva decisión legislativa.
En la consultoría jurídica del Palacio Nacional deben tomarse su tiempo para la promulgación de dicha Ley, es decir estudiar todos sus los articulados para que luego no haya devolución producto de observaciones a su contenido.
Lo primero es que debe tomarse en cuenta y hasta por experiencias pertinentes es que ningún chofer de carro público va a montar en su vehículo cuatro pasajeros como dice la nueva Ley.
Todo el mundo sabe en este país que el motoconcho y los propietarios de motores nunca dejarán de llevar a todos los que puedan enganchar en los mismos.
Nuestras áreas rurales son semilleros de familias completas que se mueven en motores ya que los burros desaparecieron como medios de carga y adquirir un vehículo de cuatro ruedas muchas veces es imposible para un campesino.
En estos momentos la actual Ley 241 de tránsito terrestre es inaplicable debido a sus interpretaciones e incapacidad de las autoridades correspondientes para su ejecución.
El llamado cinturón de seguridad sólo se exige a los vehículos privados no a los públicos que son los que ponen en peligro a los pasajeros y chofer.
La famosa revista de supervisión fue eliminada porque sólo se le exigía a los vehículos nuevos no a las chatarras que carecen de toda indicación y señalización por tanto esa normativa era una vergüenza en el tránsito.
La idea es buena y algún día tendremos que modernizarnos de acuerdo a las leyes que nos rigen, que por cierto muchas envejecen por falta de aplicación debido a que los mecanismos establecidos en las mismas no existen para aplicarlas.
Esta nueva Ley de movilidad vehicular con todas y sus buenas intenciones pasará a constituirse en una más que sólo originará conflictos y críticas a sus posibles ejecutores ya que no tendrán ni posibilidad ni voluntad para llevarla a mejor términos debido a que vivimos en una nación del tercer mundo y no tan moderna como nos venden muchos ilusionistas.
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