La denominada economía naranja, industrias culturales y creativas trata de abrirse paso en los países donde no se le atribuye importancia a un sector cuyos creadores sobreviven en el intento. A la espera que en la práctica empiece a funcionar la Ley de Mecenazgo, gestores culturales de todos los ámbitos aguardan impacientemente por un apoyo que no acaba de llegar. Sin dinero es difícil crear, no importa cuál sea el arte.
Con ese clima predominante, el primero de octubre se llevará a cabo el Foro Caribe Naranja, que tendrá como orador al expresidente de Colombia, Iván Duque, país que ha logrado exprimir con efectividad cada gajo de una fruta que alimenta el espíritu creador de dicha nación. Este será un escenario para analizar el futuro de la industria creativa nacional, apelando a que el orador es un ferviente defensor de esta economía, coautor junto a Felipe Buitrago del libro La economía naranja. Una oportunidad infinita.
La ley que funciona en Colombia, considerado un logro de la gestión de Iván Duque, no solo establece un marco regulatorio, sino también de incentivos para fomentar el desarrollo de este sector, la cual incluye exenciones fiscales para que las nuevas empresas puedan beneficiarse por un período de hasta siete años.
En teoría, la versión de la ley que se promulgó en República Dominicana supuso un aliento de esperanza para los representantes de la industria cultural y creativa. Debido a «un error» en el porcentaje que pueden asignar los mecenas a los artistas, ha resultado imposible que la legislación entre en ejecución de una vez por todas.
Henry Mercedes, director de Mecenazgo, ha dado la cara sistemáticamente a los gestores culturales que recibieron los certificados para poner en marcha un centenar de proyectos que vendrían a dinamizar esta industria. Con la ley en ascuas hasta tanto sea modificada por el Congreso –¡qué tiempo podría tomarse este proceso!– Mercedes espera tan impaciente como los artistas de todos los campos porque el Gobierno desembolse los fondos con los que contribuiría a que estas iniciativas entren en fase de producción. Esto sucedería al margen de la ley, inaplicable de momento, pero si se materializa esta acción, la espera pudiera resultar menos mortificante.
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