María Elena Vásquez, presidenta de la Comisión Nacional de Defensa de la Competencia (ProCompetencia), nos comparte en esta entrevista con La Crónica su visión y experiencia al frente de la institución encargada de promover la competencia y regular el mercado empresarial en el país. La ley 42-08 la faculta para llevar a cabo investigaciones de oficio y conocer denuncias interpuestas por parte interesada, sobre tres tipos de conductas: acuerdos, decisiones y prácticas contrarias a la libre competencia. A lo largo de su trayectoria, Vásquez ha asumido el compromiso de velar por el respeto a las normas que fomentan un entorno justo y transparente, permitiendo que las empresas operen en igualdad de condiciones.
En su rol como presidenta, su labor se ha centrado en fortalecer los mecanismos de vigilancia y sanción frente a prácticas anticompetitivas, así como en la promoción de políticas que aseguren una competencia efectiva y saludable para el desarrollo económico del país.
Vásquez destaca la importancia de su trabajo para equilibrar las fuerzas del mercado, previniendo abusos de poder y prácticas que puedan afectar a los consumidores o restringir la innovación empresarial. A través de ProCompetencia, ha impulsado una serie de iniciativas que buscan crear un marco legal robusto y eficiente, que garantice un mercado competitivo. En esta conversación, nos ofrece un análisis de los desafíos actuales que enfrenta la institución, su trayectoria y su perspectiva del rol que debe seguir jugando la mujer para ganarse un espacio en la mesa de poder donde se toman las decisiones.
¿Qué ha significado llegar a la Comisión Nacional de Defensa de la Competencia (ProCompetencia) en esta etapa de su vida?
Ha sido un gran reto, con mucho entusiasmo y valentía porque estamos creando en República Dominicana una cultura de libre competencia. Estamos formando a todos los actores de la vida pública y nacional en la importancia que tiene la libre competencia en el bienestar de la gente. Es una institución mal comprendida pero pienso que poco a poco hemos logrado que los actores, tanto el sector público como el privado, la academia, entienda la función tan importante que desempeña esta institución.

¿Cree que ha valido la pena que tengas una institución como ProCompetencia?
Claro que sí, no lo digo yo, sino la experiencia internacional y estudios realizados, en los países donde existen agencias de competencias que funcionan y hacen su trabajo ven un incremento entre un dos y un tres por ciento de la inversión extranjera y también se refleja en lo que es el PIB de esos países. En los años 90 sólo había unas 48 agencias de competencia en todo el mundo y ahora estamos hablando que hay 148 a nivel mundial.
¿Cuál cree que ha sido el punto central de esta gestión?
Nosotros lograremos en 2026 que la OCDE realice un examen interpares. Somos el único país del Caribe que lo ha hecho. Definitivamente en ese examen hay recomendaciones puntuales para mejorar y poner nuestra legislación e institución conforme a las mejores prácticas a nivel internacional. Hemos trabajado el proyecto de modificación de ley de la competencia, para actualizarla que de hecho el presidente Luis Abinader se comprometió con la actualización de la misma. Está listo y va a fortalecer la institución y el derecho a la competencia en el país. También hemos presentado en toda la historia el consejo directivo aprobó la política nacional de competencia, se trabajó por primera vez con el Mepyd y el Ministerio de la Presidencia, la política nacional de competencia alineada con la estrategia nacional de desarrollo 2030, son dos grandes proyectos que estamos comprometidos en impulsar desde la institución.
Hemos trabajado mucho de la mano de los sectores empresariales y académicos porque ha habido una distorsión de lo que es la institución.
Al principio se entendía que ProCompetencia sólo trabajaba para las grandes empresas, que era para sancionar y era un cuco y no es así. El mejor aliado para todo el que produce, compra y vende en el país es la procompetencia, porque todo el que hace las cosas bien encuentra aquí un aliado.
¿Qué hace ProCompetencia?
Es garantizar, propiciar, promover que todos los agentes económicos grandes y pequeños puedan competir en igual de condiciones en todos los mercados.

¿Qué ha representado para usted ser la tercera mujer en presidir la institución?
Nuestra ley tiene una particularidad que se aprobó en enero de 2008 pero en 2011 fue que se designó al primer consejo ejecutivo y hubo que esperar al 2017 para que designaran la primera directora ejecutiva. Y la ley dice que entraría en vigor a partir de la escogencia del consejo y de la directora ejecutiva, por lo tanto aunque la ley es de 2008 entró en vigor en 2017.
¿Qué ha significado para María Elena estar acompañada de cinco mujeres en el consejo?
Es maravilloso, creo en la sororidad y que las mujeres deben ocupar espacios de poder y lo que estamos haciendo aquí es mandando un mensaje de que las mujeres pueden hacerlo y tenemos la capacidad y podemos asumir posiciones de mando.
¿Qué ha significado ser la hija de una figura pública?
«Ser hija de una figura pública es un reto que muchas veces va más allá de lo que la gente imagina. Los seres humanos tendemos a simplificar, a etiquetar y a juzgar sin conocer, y en más de una ocasión he enfrentado el peso de esos prejuicios. He vivido situaciones en las que, tras haber superado con éxito todas las pruebas y entrevistas en importantes firmas de abogados e incluso en un banco, mi proceso de contratación se detuvo en el momento en que se enteraron de quién era mi padre. No importaron mis calificaciones, mi preparación o mis capacidades; fui reducida a un apellido.
También he participado en procesos donde la selección debía basarse en el mérito, el conocimiento y la trayectoria, confiando en que mi experiencia y mi formación hablarían por sí solas. Sin embargo, he aprendido que, a veces, el talento y la capacidad pueden verse eclipsados por la carga de una identidad predefinida. Aun así, eso nunca ha sido un motivo para rendirme ni para cuestionar mi camino. Al contrario, cada obstáculo ha sido un impulso para demostrar que mi identidad profesional se sostiene sobre mi esfuerzo, mi trabajo y mi compromiso con la excelencia.

Con más de 23 años de ejercicio profesional, más del 80% de mi carrera se ha desarrollado en espacios completamente ajenos al ámbito de mi padre, entre el ejercicio privado y el Tribunal Constitucional. En cada uno de esos espacios, mi desempeño ha sido mi mejor carta de presentación. No ha sido fácil, pero si hay algo que estas experiencias me han enseñado es que nadie define mi destino más que yo misma.
Dicho esto, sería injusto no reconocer la profunda admiración que siento por mi padre. Más allá de su impacto en la vida pública, ha sido un padre cariñoso y presente, incluso después de su divorcio de mi madre cuando yo tenía apenas cinco años. Siempre ha estado a mi lado en los momentos más importantes de mi vida, enseñándome con su ejemplo que el trabajo bien hecho, la disciplina y la integridad son los verdaderos diferenciadores.
Si algo tengo claro es que mi historia la escribo yo. Pueden cerrarse puertas, pueden existir prejuicios, pero lo que jamás podrán hacer es detenerme. Cada paso que he dado y cada logro que he alcanzado han sido construidos con esfuerzo y determinación. Y seguiré adelante, porque mi legado lo construyo yo».
¿De dónde viene el deseo de ser abogada?
Desde que tengo uso de razón he querido ser abogada y yo decía desde que tenía 3 años que quería ser doctora en leyes con un postgrado en Francia. Si volviera a nacer volvería a ser abogada. Yo amo mi profesión, creo en la justicia, creo en la igualdad en la libertad y no hay una mejor profesión que englobe mejor esos valores que el derecho. Amo la docencia y ser abogada, creo en la educación como elemento transformador de la sociedad y siento que es la manera de aportar.

Vengo de una familia educadores de parte de mi madre, mi abuelo era educador y donó los terrenos en el factor de Nagua para la construcción de la primera escuela. Mi mamá fundó el liceo secundario de El Factor, su madre [Andrea Taveras], fue educadora de toda la vida en la provincia María Trinidad Sánchez, estudió matemática y física, fue docente universitaria y luego se hizo abogada y mis tíos fueron educadores y abogados. Yo creo que eso viene en la sangre. A veces salgo de aquí muy cansada y cuando llego a dar clases se me olvida todo y salgo renovada, cuando hace lo que ama no se cansa. Yo aquí estoy haciendo lo que amo.
¿Cuáles retos aún tiene la mujer dominicana?
Tenemos muchos retos, en mi rol de educadora cada cuatrimestre tengo cursos en los que no hay un solo varón, y eso que dice, que la mujer dominicana se está esforzando en formarse tenemos una cantidad importante de mujeres en las universidades y eso no se ve reflejado en las posiciones de poder, tenemos que seguir empoderando a las mujeres y abriendo puertas y rompiendo techos de cristal y que otras mujeres puedan incorporarse en la mesas de las discusiones. El poder no se cede, hay que arrebatarlo hay que luchar. No basta con que podamos votar, ni educarnos, sino que debemos estar en la mesa donde se toman las decisiones.
En la ley electoral está la discriminación afirmativa, que son las cuotas asignadas a las mujeres, no obstante en los partidos políticos debe existir una mayor participación de la mujer e incorporarse esa necesidad de que haya un equilibrio de género porque a partir de ahí solo se podrán presentar propuestas que capturen al electorado que sean atractivas.
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