28/05/2025
Espectaculos

Manny Cruz 2080: un viaje de merengue que unió generaciones

 Hay conciertos que entretienen, otros que emocionan, y están aquellos que se convierten en celebraciones de identidad, legado y pasión. Así fue «2080», el espectáculo de Manny Cruz presentado en el Teatro La Fiesta del Hotel Jaragua, una noche inolvidable donde el merengue vibró con la fuerza de las raíces y el futuro.

Desde tempranas horas, el lobby del Teatro La Fiesta se convirtió en punto de encuentro de familias, parejas, grupos de amigos y melómanos de todas las edades. Niños que apenas pronuncian palabras tarareaban estribillos de Manny, mientras adultos mayores comentaban con entusiasmo los años dorados del merengue. Un concierto que, más que reunir público, convocó generaciones. Todos unidos por la misma energía: la buena música.

La velada inició con la participación de Paloma Richiez, joven promesa de la música dominicana, quien tuvo la enorme responsabilidad, y honor, de abrir el concierto. Su carisma, presencia escénica y voz potente fueron la antesala perfecta para lo que sería una noche histórica.

Cuando Manny Cruz subió al escenario, el teatro ya estaba vibrando. Con la emoción visible en su rostro, agradeció al público por llenar a capacidad el emblemático espacio, y confesó algo que marcaría el tono de la noche: “Desde que fui a mi primer concierto, soñé con tener mi propio frente: mis coristas y mis bailarines”.

Ese sueño no solo se cumplió, sino que se materializó en un espectáculo vibrante, colorido, técnicamente impecable y emotivamente perfecto. Manny se rodeó de un equipo de talentos que, junto a él, ofrecieron una experiencia escénica impecable. Pero no solo eso: el concierto fue también una carta de amor al merengue dominicano, a sus orígenes, a sus ídolos y a sus herencias.

Uno de los momentos más conmovedores fue cuando Manny recordó que, según su madre, su “primer show” como niño fue con la canción “Cal y Arena” de Dioni Fernández. Y como si el destino hubiera tejido su propio guion, el astro del merengue, Dioni Fernández, subió al escenario para interpretar con Manny la canción “Fiesta y Fiesta”, y expresar públicamente su admiración: “Este muchacho se está comiendo los caramelos del merengue”.

La emoción no paraba. Manny repasó su repertorio con temas que marcaron sus inicios y consolidaron su carrera, como “Sabes enamorarme” y “No me lo creo”, esta última escrita por su hermano, el también talentoso Daniel Santacruz, y que sirvió como espejo para reflejar la incredulidad de vivir tantos logros juntos.

Otro momento revelador fue cuando compartió la historia detrás del éxito “Déjà Vu”, canción que él comenzó a escribir y que su hermano terminó, y que más tarde interpretarían Shakira y Prince Royce. “Esta canción comencé a escribír cuando pasaba por un momento muy difícil en mi vida”, dijo, antes de deleitar al público con una interpretación íntima y poderosa.

El concierto no fue solo música, también fue familia. En primera fila lo acompañaba su madre, Milagros Sánchez y quien en un momento muy especial lo acompañó en el escenario para juntos cantar la canción “Sabor a mí”. Su presencia, como símbolo y como madre, envolvió de ternura el espectáculo.

Manny también dedicó un momento de profundo respeto al legendario Rubby Pérez, uno de los pilares del merengue, con palabras cargadas de admiración y gratitud por abrir el camino.

El merengue clásico no quedó atrás. Un popurrí dedicado a Juan Luis Guerra desató una ola de emoción colectiva. Nadie permaneció sentado. El teatro entero se puso de pie a cantar y bailar con Manny, celebrando la obra de quien ha sido referente de excelencia musical en el país.

Las colaboraciones fueron otro de los grandes aciertos de la noche. Jandy Ventura, hijo del Caballo Mayor, subió a rendir tributo a su padre con canciones emblemáticas que transportaron al público al corazón de una era dorada del merengue. Y como broche de oro, Aramis Camilo se unió a Manny para cerrar con “El motor”, tema que desató la euforia total del público, un cierre por todo lo alto que resumió el espíritu de la noche: tradición, energía y evolución.

«2080» no fue simplemente un concierto. Fue una celebración del merengue como expresión viva, fue una promesa cumplida, una fiesta sin etiquetas y una prueba de que cuando el arte se hace con amor y respeto, es capaz de abrazar a todos, sin importar edad ni época.

Manny Cruz no solo ofreció un espectáculo inolvidable. También reafirmó su lugar como el nuevo referente del merengue, ese género que, lejos de ser pasado, sigue escribiendo su historia con nuevos rostros, nuevas emociones y un mismo corazón.

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