“Una noticia mal contada es un asalto a mano armada.” El quote es de Calle 13, la mítica banda de rap fusión. Me viene como anillo al dedo al reflexionar en esta oportunidad sobre los líderes de opinión.
Las organizaciones de la sociedad, empresas privadas, instituciones públicas y otras, que importantizan la comunicación como parte de sus ejes estratégicos, tratan de identificar, perfilar y establecer buenas relaciones con estas figuras mediáticas.
Se trata de estar en la órbita de preferencias de los influenciadores y de recibir un trato favorable cuando aborden temas públicos que nos conciernen. Todos quisiéramos capturar a esos señores de los medios y obtener siempre su bendición.
Cabe preguntar: ¿Qué es un líder de opinión? ¿Alguien que habla o escribe en medios de alta audiencia? ¿Quien convierte en un espectáculo el oficio de informar para hacernos reír con payasadas, intrigas y suspenso?
¿Lo es quien intimida con su desenfreno verbal sacrificando reputaciones? ¿Es líder de opinión quien pone precio a su silencio y a sus palabras? ¿Podría llamarse así a quienes despiertan confusiones, desorientan y colocan el corsé de sus intereses individuales a la interpretación de las noticias?
Las interrogantes pueden ser interminables. La verdad es que los líderes construyen, orientan, ejercen la crítica con fundamentos, gozan de credibilidad, despiertan confianza, unen puntos y son respetados por adeptos y adversarios.
Pero, sobre todo, los líderes transforman, influyen para las toma de decisiones, guían, instruyen, presentan las rutas correctas a seguir y son capaces de crear una grey compacta en espera de sus señales para actuar.
Al dibujar este cuadro pienso en Rafael Herrera, el editorialista más influyente que ha tenido la República Dominicana.
Ese es, para mí, un prototipo de líder de opinión que pudiera existir en las distintas plataformas de medios a través de las cuales conocemos las noticias y las opiniones. Hoy, sin embargo, tenemos mucha confusión ante la creciente selva mediática y se nos hace difícil distinguir los vocingleros, los altoparlantes inútiles o los showmen de los verdaderos líderes de opinión. Es un tema para debatir.
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