26/07/2025
Moda

Las manos detrás de la moda del Premio Mujeres que Inspiran

La moda no es solo un juego de telas y tendencias: es, sobre todo, una forma de decir quiénes somos, qué sentimos y hacia dónde vamos. En una gala como el Premio Mujeres que Inspiran, donde la esencia es destacar lo mejor del talento, el coraje y la transformación femenina, el vestuario no es un accesorio: es un lenguaje. Y este año, ese lenguaje tuvo una voz clara, delicada y poderosa a la vez, gracias a la diseñadora dominicana Melkis Díaz, quien estuvo a cargo del estilismo de las artistas invitadas y de la CEO de la plataforma, Emelyn Baldera.

Fue precisamente Emelyn quien, al pisar la alfombra, marcó uno de los momentos más impactantes de la noche. Su elección de un vestido azul aqua (un tono que evoca calma, profundidad, pero también fuerza serena) no solo resaltó su elegancia, sino que capturó visualmente todo lo que representa el evento: esperanza, propósito y belleza desde lo real. La silueta sobria y sofisticada del diseño, sumada al tono vibrante pero sutil, convirtió su entrada en una declaración de principios. No era un vestido más: era un símbolo.

Y es que la moda, cuando está bien pensada, comunica incluso más allá de las palabras. Por eso, en una noche cargada de emoción, memoria e inspiración, las apariciones en escena de artistas como Sabrina Estepan, Luisanna y Melody Astacio no fueron solamente actuaciones o intervenciones musicales: también fueron escenas visuales cuidadosamente tejidas desde el estilo. Cada una, con su identidad artística particular, brilló bajo el criterio estético de Melkis Díaz, quien supo traducir personalidad en diseño, voz en forma, energía en tejido.

No se trató de vestidos deslumbrantes por el simple deseo de brillar. Se trató de piezas que respetaron la esencia de cada mujer, y que acompañaron su narrativa desde la imagen. En un evento donde lo simbólico tiene tanto peso como lo tangible, ese detalle no pasa desapercibido. Porque cuando una artista sube al escenario, o una mujer es reconocida frente a cientos de personas, lo que lleva puesto no solo la protege o la embellece: también la empodera.

Melkis Díaz ha venido desarrollando un lenguaje propio dentro del diseño dominicano. Su sensibilidad para los cortes limpios, la caída de las telas y la armonía entre lo femenino y lo funcional, la ha posicionado como una de las voces más finas de la moda local. Pero lo que logró en esta segunda edición del Premio Mujeres que Inspiran no fue solo vestir bien: fue vestir con propósito. Su propuesta se sintió orgánica, conectada con el espíritu del evento, y además con la verdad de cada mujer.

Ver en una misma noche tanto talento, tantas historias y tantas formas de interpretar la feminidad, tanto sobre el escenario como en la alfombra,  es también una lección sobre diversidad. La moda, cuando se vive desde la autenticidad, es una herramienta de afirmación. Y eso quedó demostrado en cada aparición, en cada gesto, en cada detalle del estilismo general de la gala.

Porque sí, los Premios Mujeres que Inspiran celebran trayectorias, ideas, transformaciones… pero también celebran la imagen como testimonio de eso mismo. Celebran el cuidado, el mensaje y la estética como parte de la inspiración. Y es ahí donde el trabajo de Melkis Díaz cobra aún más valor: porque no vistió para agradar o para marcar tendencia, sino para sostener una narrativa. Para vestir a mujeres que inspiran, desde una moda que también lo hace.

Además, hay algo hermoso en ver a una diseñadora dominicana apoyar a mujeres dominicanas en un evento concebido por otra mujer dominicana. No se trata solo de colaboración, sino de sinergia. Y eso, en un país donde muchas veces el talento femenino sigue teniendo que justificarse, es profundamente simbólico.

El vestido de Emelyn Baldera, que abrió la noche con ese tono azul que parecía envolver todo la alfombra en calma, funcionó también como un puente. Entre la emoción que ella siempre transmite al hablar de su plataforma y la elegancia con la que lidera el proyecto. Entre el poder del mensaje y la delicadeza del diseño. Porque cuando forma y fondo se abrazan así, el resultado no solo se ve: se siente.

La moda, en este contexto, nos recordó algo importante: que inspirar también puede ser un acto visual. Que lo que vestimos comunica tanto como lo que decimos. Que un evento que celebra mujeres poderosas merece un estilismo a la altura. Y que cuando las manos detrás de ese estilismo entienden el propósito del momento, todo fluye con más sentido.

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