Desde su instauración en la República Dominicana, a finales de la década del 70, las juntas de vecinos, han dedicado su tiempo al manejo y solución de problemas domésticos, propios de sus áreas de influencia, aunque hay que reconocer su innegable afectación por los intereses político-partidistas.
Su estructura actual responde a esas necesidades, aunque cada vez más, evolucionan hacia el punto de no ser instrumentos de ninguna organización política, en particular. En su seno aloja tanto a militantes políticos, como a personas que han decidido no militar políticamente o que la constitución se los prohíbe, como es el caso de los militares y policías.
Como individuo, es imposible que seamos apolíticos, lo que somos es dueños de la decisión, de ser militantes o no ser militantes.
Cuando somos militantes adoptamos la posición de sujetos activos de la política e intentamos ser parte de las grandes decisiones, que se tomaran en cuanto a nosotros.
Cuando decidimos no ser militantes, somos sujetos inactivos de la política y renunciamos a participar en la toma de las decisiones. En este caso pasamos a ser objetos de la política.
Donde se exprese el hombre como especie, habrá políticas; es lo que marca las normas básicas de nuestras relaciones, en todos los espacios en que nos desempeñamos.
Las juntas de vecinos en RD: último faro de la defensa popular
Lo que hemos aprendido a deplorar es el comportamiento de “los políticos”, pero nos referimos a hombres, que usan esa actividad y las instituciones políticas, para dar riendas suelta a sus vicios conductuales, de eso ya estábamos advertidos.
“Todos se desviaron, a una se hicieron inútiles, no hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno” (Romanos, cap.3, verso, 12).
Diógenes buscó a ese hombre honesto, hasta que se apagaron tanto su lámpara como su vida y no lo encontró. ¿Nosotros aun creemos poder encontrarlo?
Los que nos consideramos dueños de una conducta probadamente correcta, estamos obligados a vincularnos a las instituciones, que precisamente han sido creadas, para evitar que se impongan las decisiones caprichosas, mal intencionadas y corruptas de un hombre o grupo de hombres.
Lo ocurrido hasta ahora, ha sido que nos hemos puesto al servicio de hombres y sus fardos de debilidades humanas, que como cometas, nos visitan, abrazan y confunden, con afiches, alborotos y promesas al aire; cada cuatro años. Esa forma de vinculación ha de cesar.
Las iniciativas de las juntas de vecinos son básicamente sociales y comunitarias, sirviendo a todos los habitantes de la comunidad, sin importar preferencias políticas. Conscientes, de que las decisiones que se toman en cuanto a nosotros, son políticas, participemos o no.
De lo que debemos estar seguros, es que se imponga el interés común por encima del interés particular. De que no nos vinculamos a través de un discurso, sino a través de un proyecto; que no nos vinculamos a través de un hombre sino a través de una institución.
Por esta razón se define, a la junta de vecinos como “una organización comunitaria de carácter territorial representativa de las personas que residen en un mismo barrio o unidad territorial, cuyo objeto es promover el desarrollo de la comunidad, defender los intereses y velar por los derechos de los vecinos”.
Por definición; no se puede excluir de ninguno de los aspectos de la vida común. Eso incluye el debate y análisis de los proyectos políticos que hasta ella llegan.
Por ese conjunto de características que le definen, se han perfilado como el punto visible e idóneo, a partir del cual se puede llegar al resto del capital social, con que cuentan las comunidades.
Así lo confirma el hecho de que toda intervención que se realiza, en la comunidad, por parte de instituciones u organismos nacionales o internacionales, para asegurar el empoderamiento, prevé la participación de las comunidades, desde el momento de la planificación y durante la ejecución, como garantía de la sostenibilidad del proyecto de que se trate.
Nuestra orientación, como organización comunitaria ha de ser, vincularnos, apropiarnos de proyectos puntuales, que tengan objetivos claramente verificables y que se correspondan con la solución de nuestras necesidades, como comunidad.
Si ya tenemos un espacio para colaborar en la elaboración del presupuesto participativo, en los gobiernos municipales.
Los organismos de financiación de proyectos, fundamentalmente, el Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo ponen como condición para la aprobación de un préstamo: la muestra del modelo de intervención social, en que se ampara el proyecto en cuestión. Dichos modelos cuentan con las juntas de vecinos como piezas fundamentales.
Ocupamos un lugar importante, en todos los proyectos sociales del Estado, aunque no desde la fase de planificación, siendo esta una meta por lograr.
Es ahora, tiempo de que fijemos nuestra atención al tema de responsabilidad social corporativa (RSC) o responsabilidad social empresarial (RSE). Desde ahí dar seguimiento a las repercusiones sociales, económicas y ambientales; de la actuación de una entidad, dada, en nuestro entorno.
Este bien ganado prestigio ha de seguir creciendo, mediante el reclamo de nuestra participación efectiva en cada una de las iniciativas, a poner en práctica en nuestras comunidades, desde su fase de planificación.
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