El cine, por sus características artísticas e industriales, dista mucho de ser una religión, pese a lo cual, puede dar lugar a redenciones. El caso de Miguel Vásquez es una de ellas.
Y no es que sea redentor del cine, sino que reinventor de si mismo. Teniendo tras de sí muestras del cine comercial de clarísimas tendencias sensacionalistas u oportunistas, en el marco de las cuales el cine como arte, fue el primer abatimiento.
La tragedia de Río Verde de Vásquez –Éxito por intercambio (2003), Lío de faldas (2012) y El béisbol dominicano (2014)–, es un rescate de histórico de un episodio trágico, aun cuando sólo lo toma como base y desarrolla una ficción Vásquez.
La cinta comporta buenos valores de producción y es una superación infinitamente más consistente a partir del promedio del cine que hacemos.
Los efectos especiales y de animación digital que recrean vivamente acontecimientos que solo han estado en los libros, los periódicos de la época y en la memoria emotiva de quienes, cada año, como la Asociación de Cronistas de Santiago, se han ocupado de mantener vivo.
La cinta es homenaje digno al recuerdo y sacrificio del Santiago Béisbol Club con la fotografía logra captar el color y el espectro provincial y pueblerino, a pesar de que muchos de los ambientes provincianos son construidos en Estudios Quitasueño, a lo que se agrega un disfrutable conjunto de actuaciones, lideradas por Johnnié Mercedes, Franklin Domínguez y Ernesto Báez. La protagonista femenina, Dulcita Lieggi, centrados, aun cuando una mejor actuación, sobre todo en lo dramático, siempre es posible y deseable..
Lo mejorable. La tragedia del Río Verde no es una obra cinematográfica perfecta, ni está llamada a llenar su cesta de premios internacionales, lo que no le restará valor.
Presenta algunos detalles mejorables aquí y allá .Nos habría gustado una cámara más diversa y movida, en secuencias más extensas, pero su signo nos deja en momentos sensaciones de inmovilidad o encierro televisivo.
La canción Me parece que están hablando de Santiago, original del director, es excelente y muy emocional, pero se usa excesivamente. Menos exposición habría aumentado su efectividad.
Corresponde ahora al público, dar la respuesta a este buen proyecto de cine. La recomendamos como cine, como historia y como muestra de la superación de que es capaz un director que vuelve sobre sus pasos, enmienda errores y supera esquemas incompletos y impropios, y nos deja claro que las redenciones son posibles incluso fuera de los ámbitos eclesiásticos. Miguel Vásquez es un director renovado. Y respetable.
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