13/06/2025
Notas al Vuelo

La suma invisible de los pequeños detalles

Hay días en los que parece que no hicimos nada extraordinario. No logramos tachar todos los pendientes, no dimos ese paso decisivo, no recibimos el reconocimiento esperado. Sin embargo, algo sí hicimos: nos levantamos. Tomamos agua. Respondimos con amabilidad. Escuchamos una canción que nos calmó. Caminamos unos minutos más. Elegimos la fruta en vez del pan. Apagamos el celular antes de dormir.

Y es que no todo lo que nos hace bien tiene que ser grandioso ni visible. Muchas veces, los cambios más sólidos comienzan con pequeños detalles que se repiten hasta formar un nuevo hábito, una nueva forma de vivirnos.

Estamos tan condicionados a celebrar lo grande que olvidamos el valor del centímetro ganado. Como si solo mereciera aplauso quien corre una maratón, y no quien apenas comienza a caminar después de una herida. Pero la verdad es que lo pequeño también transforma.

Son los detalles diarios los que, como hilos invisibles, van tejiendo una versión más firme y amorosa de nosotros mismos. Una botella de agua menos, un pensamiento negativo que decidimos no alimentar, una palabra bonita dicha a tiempo. Son actos diminutos que no suben al feed, pero que sostienen el alma.

El problema es que muchas veces no los notamos. Y como no los notamos, no los valoramos. Y como no los valoramos, los abandonamos. Hasta que un día nos preguntamos por qué no cambiamos, sin darnos cuenta de que tal vez, en algún momento, dejamos de cuidar lo esencial: los pasos lentos, pero constantes.

Esta columna es un recordatorio para ti y para mí: no todo lo que suma hace ruido. A veces, lo más poderoso es lo que sucede en silencio. Lo que se repite con paciencia. Lo que elegimos cuando nadie mira.

Así que si hoy no lograste todo lo que esperabas, pero sí hiciste algo pequeño que te acerca a quien quieres ser, celébralo. Que no se te olvide que los grandes cambios no empiezan con un estallido. Empiezan con un gesto sencillo. Y continúan… un día a la vez.

No hay que esperar el lunes, el año nuevo, ni el momento perfecto. A veces basta con decir «hoy empiezo por mí» y cumplirlo en lo mínimo. Lo importante no es cuánto, sino que cada día pongas algo en la balanza a tu favor, aunque sea un gramo de voluntad, una chispa de fe o un instante de silencio que te devuelva a ti.

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