29/09/2025
Editorial

La inacción no es una opción

La crisis multidimensional que atraviesa Haití no solo es un desafío para su población, sino una grave amenaza a la paz y la seguridad de la República Dominicana y toda la región. Es por esta razón que desde 2021, el presidente Luis Abinader ha sostenido con firmeza en su aparición ante la asamblea de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) que la única salida viable para Haití es una acción internacional coherente y sostenida que garantice condiciones mínimas de seguridad. Sin embargo, la situación actual exige una respuesta más contundente y eficaz.

Haití vive una tragedia humana sin precedentes, marcada por violencia extrema, un colapso institucional alarmante y el control territorial ejercido por bandas criminales que aterrorizan a sus ciudadanos. Estos grupos han sido clasificados como organizaciones terroristas, y es innegable que no hay espacio para la negociación. Ignorar esta realidad es permitir que la barbarie continúe su avance.

República Dominicana ha desplegado una ofensiva diplomática para instar a la comunidad internacional a actuar. El Consejo de Seguridad ha aprobado una Misión Multinacional de Apoyo a la Seguridad (MSS), pero esta misión, aunque pueda ser un paso en la dirección correcta, aún no cuenta con la escala y los recursos necesarios para cumplir con sus objetivos. La falta de efectivos y financiamiento pone en riesgo no solo la misión, sino también la esperanza de un Haití más seguro y estable.

La comunidad internacional debe actuar con urgencia y determinación; tal y como lo ha vuelto a recordar el gobernante dominicano, señalando además que el mandato de la MSS expira el 2 de octubre, por lo que pudiera ser aún más crítica la situación para todos y no admite vacilaciones.

Es oportuno el llamado a la comunidad internacional y a  los miembros del Consejo de Seguridad, especialmente a los cinco permanentes, para que asuman su responsabilidad. La legitimidad y eficacia de la misión son esenciales para el bienestar de Haití y para la estabilidad de toda la región.

La inacción no es una opción. La paz y la seguridad en Haití son un imperativo moral y político que debemos enfrentar juntos. La historia nos exige actuar ahora.

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