Triste, oscura e innegablemente un tanto siniestra, Kubo and the Two Strings es, sin embargo, un film con un profundo y conmovedor sentido humano.
Es por esas razones que debe advertirse de plano que esta no es una película para niños. La complejidad de su narración; su agreste, melancólico y nunca festivo entramado visual, así como su penetrante y elocuente sentido poético, lo determinan.
Kubo and the Two Strings es una film diferente y eso se evidencia desde el inicio mismo de la película, una producción de los estudios Laika (Coraline, The Boxtrolls).
Su discurso de perdón y esperanza impacta con un fuerza inusitada y su textura visual es tan fascinante y espectacular que uno por momentos olvida que esta frente a una película animada compuesta en base a la artesanal técnica Stop-Motion o animación fotograma a fotograma.
Ambientada en un Japón mitológico y feudal, Kubo narra la historia de un niño de unos 11 años, de un solo ojo y quien se lanza a una aventura para vengar la muerte de su padre, un famoso guerrero samurái, a manos de sus propias tías y su poderoso abuelo, una especie de figura espectral y atemorizante con aire de semidiós.
Sin embargo, para alcanzar semejante empresa, Kubo debe encontrar primero tres piezas sin cuya posesión será imposible lograr su objetivo: la espada irrompible, la armadura impenetrable y el casco invulnerable.
En su travesía, este niño que es el único soporte de su madre enferma, y quien tiene el poder de proporcionar vida a los personajes de origamia que brotan de las historias que narra a los habitantes del pueblo; contará con la inestimable ayuda y protección de una mona y un escarabajo.
Ahora bien, lo más importante de este viaje hacia lo desconocido no es tanto el propósito en sí del mismo, pero sí las relaciones que se forjan y las enseñanzas que se aprenden en el camino.
Encantadora como la propia magia que despliega Kubo mientras ejecuta su acto de narrador de historias, este film es un prodigio técnico y una excelente muestra de cómo crear un relato que atraiga y concite el interés del espectador por sus propios valores, y no por la violencia, los chistes vulgares o los imprescindibles efectos especiales a los que comúnmente recurre el cine de estos tiempos.
El ritmo y la intensidad de Kubo and the Two Strings se resienten un poco en el último tramo del film, pero aun así, sería una injusticia si la película no recibe los principales reconocimientos en su género el próximo año.
Uno de los aspectos más interesantes del film es el inicio del mismo, o mejor dicho la frase con la que propiamente comienza la película. “Si tienes que parpadear hazlo ahora” encierra un simbolismo que traspasa la dinámica del texto narrativo y representa la ambición y elevado sentido de resolución a la que aspira –y que felizmente alcanza la producción.
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