La Iglesia Católica deploró que en la República Dominicana, igual que otros pueblos del mundo, se va haciendo un hábito maligno el drama doloroso de la corrupción. “Se está imponiendo una cultura del robo, sobre todo entre aquellos que administran fondos públicos”, declaró.
El clero dominicano afirma que hace tiempo en el país importantes sectores “olvidaron el bien común”.
A través de uno de sus órganos de difusión, el periódico Camino, el estamento católico aborda el tema planteado por el Papa Francisco para que se combata a fondo el “cáncer de la corrupción, de la explotación humana y laboral”.
“Este mensaje (del Papa) llega en un momento oportuno para nuestro país y otros pueblos del mundo en donde se va haciendo un hábito maligno el drama doloroso de la corrupción. Se está imponiendo una cultura del robo”, expresa el editorial del semanario.
Sostiene que frente a este panorama sombrío está la sed de transparencia que albergan en su alma miles de ciudadanos que habitan estas tierras saqueadas durante décadas.
Camino, de gran circulación en la comunidad católica dominicana, advierte que se ha estado jugando con la paciencia de la gente, que anhela ver sus sueños de justicia hecho realidad.
Denuncia que en la República Dominicana muchos de los graves problemas sociales que se sufren tienen sus raíces en la impunidad y la complicidad de quienes están llamados a ser vigilantes de la Ley, “pero se vuelven indiferentes frente a lo mal hecho”.
Criticó que ante denuncias de corrupción e irregularidades los gobiernos solo atinan a designar comisiones para investigar, “pero todo queda en el olvido porque otro escándalo sepulta el anterior”.
Deplora que muchos dominicanos han perdido la fe de que es posible tener un país mejor y ya han optado por marcharse a otras latitudes cargados de nostalgia y decepciones, señalando que ese no es el camino.
“Tenemos que unirnos, florecer donde estamos plantados es la vía. Hacer germinar la semilla de un nuevo día.
Recordemos que los malos triunfan cuando los buenos se visten de apatía, conformismo y lamentos”, expresa el editorialista.
Define a República Dominicana como un pueblo generoso y solidario, que jamás debe olvidar esos valores que distinguen a los dominicanos en el concierto de nacionales latinoamericanas y de otras partes del mundo.
“Asumamos nuestro rol de ser protagonistas de una nueva historia. Es la mejor herencia que dejaremos a las generaciones futuras”, concluye.
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