10/12/2025
Espectaculos

Héctor Acosta: un artista grande que trascenderá su época

Solo las obras de arte verdaderamente grandes trascienden su época. La afirmación, pronunciada por el director de orquesta Nikolaus Harnoncourt (Berlín, 1929 – Austria, 2016) en mayo de 2002 durante una entrevista con Peter Hagmann, adquiere un peso particular para cualquier artista comprometido con la calidad: resume el anhelo de forjar un legado capaz de superar el propio tiempo y servir de referencia para las generaciones venideras.

Primero el merengue, luego la bachata y, después, cualquier otro género latente en su repertorio tienen en Héctor Acosta un intérprete inigualable. Pocos como él en la música popular dominicana, y vale la pena repetirlo. Cuando su carrera entró en peligro por un cáncer –¡en la garganta!– que lo alejó de los escenarios durante la segunda mitad del 2024, cayó en un abismo emocional tan profundo como inevitable.

Un estruendoso silencio artístico ocupó entonces su cotidianidad. Con su voz apagándose, el mundo pareció venírsele encima. Literalmente. Todo ello exigió un tratamiento médico riguroso que surtió efecto, para fortuna de su salud y de quienes han seguido, desde lejos o desde cerca, una trayectoria admirable, reconocida en el 2013 con el Gran Soberano, máxima distinción que otorga la Asociación de Cronistas de Arte.

Habíamos leído y escuchado –aunque aún no en actuaciones en directo– sobre su milagroso regreso a la música. Ni el merengue ni la bachata pueden prescindir de quien es, sin temor a exagerar, uno de sus intérpretes de mayor trascendencia, popularidad y calidad vocal. Fiel a la generosidad que lo caracteriza, quiso agradecer a su público con varios conciertos populares y gratuitos que terminaron por confirmar su recuperación total y triunfal. «¡Gracias totales!», repetía al concluir cada presentación.

Desde marzo pasado, El Torito volvió a empuñar el micrófono y no ha dejado de cantar esos éxitos que han sostenido una carrera portentosa. A inicios del último trimestre del año confirmó su participación en la tradicional fiesta navideña de Acroarte: «Ahí estaré para cantarlas todas, hasta que el público quiera», prometió en una emotiva conversación telefónica con los organizadores.

Así fue como, el pasado sábado, en Lungomare, ese acogedor centro de diversión convertido en punto de encuentro para pasarla bien, el artista llegó puntual, vestido de traje azul celeste, como todo aguilucho que se respeta, en un guiño al color del Glorioso –con mayúsculas– los Tigres del Licey. Tras saludar a cada uno de los presentes, emocionado y contagiado de alegría, subió al escenario, marcó el primer tema y comenzó a cantar como en sus mejores tiempos.

Merengues que sostienen su repertorio más sólido, bachatas que se intercalaban y un ambiente festivo delinearon la velada. Perdóname la vida, El anillo, Quizás sí, quizás no… Quizás tengamos que volver a reunirnos pronto con su orquesta y su música para rememorar lo vivido. Entre un tema y otro, llegó un momento especial: el reconocimiento a Nelson Torres, su mánager, que viajó desde Nueva York para la ocasión.

Al volver a escucharlo en directo el sábado pasado, comprobé que Héctor Acosta está en plena forma. Si en algún momento tocó fondo, hoy vuelve a situarse en la cresta de la ola. Gracias a su talento, férreo, inconfundible, ha forjado una carrera que lo coloca en el selecto grupo de artistas de la música popular dominicana cuya cumbre pocos podrán igualar, y menos aún superar.

Artículo escrito por Maximo Jimenez

Periodista, crítico de cine. Ex presidente de la Asociación de Cronistas de Arte (2011-2013), autor del libro «La gran Aventura de la bachata urbana» (2018).

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