Going in Style narra una historieta inaudita, sin mucho entusiasmo, y por demás, carente de estilo y emoción. Hay uno que otro chiste aquí y allá, pero como cualquier espectador habrá de suponer eso no es suficiente para sostener un largometraje.
El elenco es estupendo, en el papel. Sin embargo, el relato es incapaz de generar interés. La película, por otro lado, se toma demasiado tiempo en introducir unos personajes que dado el carácter blando y superficial de la historia, no tienen mucho que ofrecer.
Los veteranísimos y ganadores del Oscar Michael Caine, Morgan Freeman y Alan Arkin, quienes rondan o ya sobrepasan los 80 años de edad, encabezan el reparto de esta comedia boba que incluye además, a otros dos casi octogenarios actores: Christopher Lloyd (78) y Ann-Margret (76).
¿Queda claro hacia qué publico está orientado el film, cierto? Aunque al final, estos actores son quienes salvan la producción de la hecatombe, y no así el trabajo del director Zach Braff, es demasiado evidente también que la presencia de los mismos ha sido desperdiciada.
Caine, Freeman y Arkin interpretan a tres viejos compañeros de trabajo, quienes recién se enteran que la factoría en la que trabajaron por décadas será trasladada a Vietnam, y como consecuencia, la pensión que recibían desaparecerá.
Para mayor desgracia, Joe –el personaje de Caine– es informado por su banco que debido a un ajuste en la tasa de interés, la hipoteca de su casa será aumentada, y no hay absolutamente nada que él pueda hacer para impedirlo.
Así que, ¿a cuál recurso podrán ellos apelar entonces? ¿Qué les parece si robamos un banco? Le espeta Joe de repente, una día, a sus dos amigos. “Si un grupo de delincuentes puede hacerlo, no debe ser tan difícil, asegura. De esa forma recuperaremos la pensión que nos han robado”.
Al llegar a este punto el film ha recorrido más de la mitad de su trayecto, y el resto de la película se concentra en el montaje de semejante empresa y en la recapitulizacion de la misma.
Going in Style es un ‘remake’ de una película del mismo título de 1979, dirigida por Martin Brest y protagonizada por Art Carney, George Burns y Lee Strasberg. Dado lo insípida que es esta nueva versión, es casi seguro que aquella debe ser superior.
Esta vez la historia es en extremo benigna y condescendiente, y en todo momento se asegura que estos ‘criminales’ de nuevo cuño no sean percibidos como tales por el espectador.
El film es plano, carece de inspiración y energía, y los chistes o ‘gags’ visuales son igualmente escasos. La película se ve con agrado y desenfado, si no se es muy exigente con ella, pero es solo por la presencia del prestigioso elenco, y no por el trabajo sin lucidez del director Braff.
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