Desde el 1854, cuando se registra la primera mención escrita sobre el merengue como ritmo musical, los estudios más ilustrados sobre el tema están dedicados a las teorías sobre sus orígenes: si la música es dominicana como tal, si es puertorriqueña, si es cubana. Algunas de esas publicaciones –escritas por intelectuales reconocidos, otros no tanto– dedican páginas incontables a las usuales polémicas al respecto.
Obras muy escasas, para no pecar de radicales y decir que ningunas, tratan sobre sus protagonistas: los merengueros. Líderes de orquestas, agrupaciones y combos habían sido marginados por aquellos que se han interesado por el tema. Salvo la Era de las Big Bands y el merengue de orquesta que se cultivó y brilló con luz propia durante la dictadura de Trujillo, se tiene poco conocimiento de la historia de sus exponentes.
Fausto Polanco, periodista, ex presidente de la Asociación de Cronistas de Arte (Acroarte) y editor de Espectáculos del periódico El Día, puso a circular el pasado martes el libro Merengueros, nombre que describe muy bien su esperada publicación. Quienes conocíamos su proyecto, que empezó a tomar forma en los días en que compartimos escritorios en el desaparecido matutino El Siglo, anhelábamos su materialización.
Desde ese entonces, de manera intermitente y en un lapso de 15 años aproximadamente, Polanco sacaba tiempo ya sea para entrevistar a los merengueros, para leer libros escritos sobre el género, para investigar y someter su acariciado proyecto al proceso correspondiente.
La espera ha valido la pena y desde ya, no solo el melómano tradicional sino también el lector curioso, puede disponer de esta interesantísima historia que inicia en orden alfabético con Alex Bueno y cierra su ciclo con Wilfrido Vargas. Todo un banquete. Entre los perfiles de Polanco se cuentan Aníbal Bravo, Aramis Camilo, Héctor Acosta, Sergio Vargas, Eddy Herrera, Jossie Esteban, Monchy Capricho, Rikarena, Pochy Familia, Cocoband, Luis Ovalles, Johnny Ventura, Joseíto Mateo… en fin.
El autor, que conoce sobre las publicaciones que preceden a su libro, dice con su certeza que «esta obra busca inmortalizar a nuestros merengueros, para que el legado de su trabajo no se pierda con el tiempo. Así, las futuras generaciones tendrán la oportunidad de conocer quiénes fueron y permanecerán en el recuerdo de un pueblo rendido a su talento».
El escritor Diógenes Céspedes, en el prólogo, señala que «uno de los aspectos más importantes del libro, aparte del tratamiento de los protagonistas, es el impacto de la producción y distribución del artículo de consumo llamado merengue, es decir, su comercialización, que incluye mercadeo, publicidad y a veces actividades non sancta que generan guerras abiertas o solapadas, estrategias y tácticas para librar batallas».
Cada una de las historias que recoge el libro a lo largo de sus 510 páginas, incluye la discografía de cada orquesta, información valiosísima para conocer la cronología musical de los mismos. Además, los textos están ilustrados con fotografías que van desde los inicios hasta recorrer momentos importantes de sus carreras.
Merengueros, que fue puesto a circular en un acto de lujo celebrado en la sala Carlos Piantini del Teatro Nacional Eduardo Brito, evento al que asistieron muchísimos de los artistas incluidos en la obra, es un libro sin desperdicios, que irá ganando valía con los años debido a su posibilidad de revisión y actualización.
Fausto Polanco, que se rascó con ganas sus bolsillos para poder asumir la producción del mismo en todos los aspectos, ha escrito un gran libro que merece no solo el reconocimiento de los estamentos culturales, sino también del público.
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