14/06/2025
Crónica de una Mariposa

Es hora de volver a lo esencial

¿Alguna vez has sentido una alegría serena?

De esas que te devuelven la esperanza en silencio, sin estruendos, pero con sentido profundo. Así me sentí al enterarme de que volverá a impartirse en nuestras escuelas la materia de Moral y Cívica. Una noticia que podría parecer menor para algunos, pero que para quienes hemos visto de cerca el deterioro de valores en las aulas representa un auténtico acto de justicia educativa.

El anuncio llegó este martes 10 de junio de 2025, cuando el ministro de Educación, Luis Miguel de Camps, confirmó que la materia será parte obligatoria del currículo 2025–2026 

 Esta inclusión no sustituye los esfuerzos transversales en valores, sino que fortalece un espacio pensado específicamente para temas de ciudadanía, medioambiente, ética pública y educación vial 

El impulso formal de la Comisión Permanente de Efemérides Patrias en febrero de este año también jugó un papel clave, destacando la urgencia de fortalecer el tejido social desde el aula.

El respaldo legal y ciudadano no se detuvo ahí: en mayo de 2024, el abogado Yuri Enrique Rodríguez presentó una resolución al Consejo Nacional de Educación, solicitando reinstaurar Moral y Cívica como asignatura específica, no solo como un eje transversal 

La relevancia de esta decisión toma mayor dimensión si observamos sus consecuencias prácticas. Durante el tiempo en que esta materia fue desplazada —y en ocasiones desapareció del currículo—, El Nuevo Diario reportó un aumento preocupante en los conflictos escolares, la indisciplina y el desconocimiento de normas básicas de convivencia.  No se trataba solo de educación académica, sino de una escuela sin brújula ética.

Durante años, el sistema educativo se centró en resultados medibles —matemática, lectura, tecnología— y descuidó lo esencial: la formación del alma. La educación del carácter, la conciencia del otro, la ética cotidiana, se quedó reducida a discursos esporádicos o a la buena voluntad familiar. Sin embargo, es imperativo recuperar ese espacio, porque nuestros jóvenes —y también los adultos— necesitan comprender que no todo se reduce a lo que tengo o a lo que logro, sino también a cómo vivo, cómo trato y cómo contribuyo a la comunidad.

Moral y Cívica no solo enseña derechos y deberes, también forma conciencia: enseña que nuestras acciones tienen consecuencias, que ser íntegro y alzar la voz frente a la injusticia sigue siendo valioso.

Formar en valores no es adoctrinar. Es cultivar el pensamiento crítico y la sensibilidad ética, dotar a las nuevas generaciones de herramientas para navegar un mundo complejo y ambiguo. Es comprender que la empatía es una habilidad que se construye, que el compromiso se fortalece con la práctica, y que una sociedad más justa se forja cada día, acción tras acción.

Elevo mariposas poque  esta noticia es también una invitación a sumar: como madres, docentes, comunicadoras, ciudadanas. No basta con que esté en el horario curricular; debe convertirse en una transformación profunda del espíritu educativo dominicano.

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