Nunca es tarde si la suerte es buena, y aquí van estos párrafos que tenía pendiente echarle a la propuesta francesa rumbo a la Academia de Hollywood en la categoría de Mejor película internacional. Apelando a ese conglomerado de amantes del cine que se resiste a dejarse llevar por el género musical, y a priori suele alejarse del estilo, le insto a que Emilia Pérez, del guionista y director francés Jacques Audiard, merece una oportunidad de su precioso tiempo.
Si alguien pregunta para qué sirve el arte y la fantasía, le respondería: para idealizar la vida y aligerar su dura realidad. Y de eso tratan gran parte de las obras musicales de todas las latitudes y culturas en todas las épocas. Muchos crecimos escuchando un verso que dice: «Los aretes que le faltan a la luna, los tengo guardado para hacerte un collar; los hallé una mañana en la bruma, cuando caminaba junto al inmenso mar», o aquel que dice: «Si tú me pide una estrella o si te antojas del sol; yo me vuelvo un astronauta y en seguida te lo doy…». Los personajes de ambos fantásticos y cortos relatos, lo que pretenden, en resumidas cuentas, es mostrar lo que han hecho o están dispuesto a hacer por esa persona amada que es objeto de su deseo.
A ese compacto elemento narrativo de canciones y bailes rigurosamente coreografiados, ha recurrido el cine prácticamente desde su nacimiento para poner énfasis y contexto a un sinnúmero de situaciones, usualmente en tramas cómicas, ligeras o de enredo, en filmes como Cantando bajo la lluvia, El mago de Oz, On the Town, Un americano en Paris, Mary Poppins, Siete novias para siete hermanos, Grease, La La Land y otras de combinaciones más trágicas, dramáticas y letales (Con faldas y a lo loco, Chicago, West Side Story, El fantasma del paraíso, Calles de fuego, Moulin Rouge, o el reciente Joker, locura de dos) En este último grupo ubicamos a Emilia Pérez,galardonada también con el Premio del Jurado en Cannes 2024.
Disponible en Netflix (2h, 12m), el filme –una dramedia con tinte de musical trágico, presupuesto de 27 millones de euros; ambientado en México y en tres idiomas–, cuenta la historia de la abogada Rita (Zoé Saldaña), quien luego de ganar un juicio y ser expuesta en televisión, es forzada a asumir una misión inesperada: ayudar a Manitas del Monte (Karla Sofía), líder de un cártel mexicano, a fingir la muerte de este y someterse a procedimientos de cambio de imagen y «afirmación» de género, convirtiéndose en la mujer que siempre ha querido ser este capo ya casado y con hijos. El asunto se complica cuando la esposa Jessi (Selena Gómez), ignorando la realidad de los hechos, se vincula a otros individuos, desatando la furia del transfigurado esposo, quien tendrá otras misiones para Rita.
Reiterando su estilo narrativo de tensión escalada, de vidas cruzadas en condiciones al límite, Jacques Audiard, responsable de la conmovedora Oxido y hueso (2012, con Marion Cotillard y Matthias Schoenaerts, donde la vida depende de robar, comer de la basura, de brutales peleas clandestinas o pasar de la excitación de pegajosas canciones (de Katy Perry, The B-52’s o Reel 2 Real) a la mutilación de un minuto a otro), e igual trepidante manejo exhibe el director en el despiadado western Los hermanos Sisters (2018, con Joaquín Phoenix, John C. Reilly y Jake Gyllenhaal), y con esta Emilia Pérez vuelve a introducirnos en un relato criminal, intenso y de varios matices, esta vez con el patrón conductual del bajo mundo narco, salpicado con el humor negro de originales canciones con claves reveladoras del trasfondo del asunto y los puntos de vista de los involucrados.
Sin afectar o relajar la carga dramática, en un ejercicio de abstracción de la realidad, las canciones –de hermosas coreografías y variada tonalidad vocal– son un sustancioso mecanismo coloquial entre personajes en varios instantes, desde la calle, pasillos, tribunales, consultorios o quirófanos, y que a la vez complementan información para el espectador. Genial, con temas originales, aportados por la compositora Camille (quien hizo lo mismo para The Little Prince y Ratatouille), y la música original a cargo de Clément Ducol (The Little Prince y ¡Chicken for Linda!).
Con el avance del relato, se muestran diversas capas del temperamento del personaje central –momentos sensible, en otros intimidante, y luego tocado por un mea culpa–, y como en casi todo ambiente de narcos, surge el aspecto del interés social por la comunidad, este recurre al medio que le facilita tender una mano solidaria a mujeres necesitadas: La Lucecita, una fundación de ayuda a familias de personas desaparecidas en México, en la que también Rita es figura clave y en donde otra mujer (Adriana Paz) se cruza en el camino de Emilia, quien aún continúa atento a los pasos de su esposa, recién vinculada a Gustavo (Edgar Ramírez) y ante lo irreversible, esto plantea el dilema de revelar verdades o aniquilar, y por ende nuevas responsabilidades recaerán en Rita, quien enfrenta un laberinto de temor, riesgo y superación emocional.
Por nueva vez, Zoé Saldaña –nacida en Passaic, New Jersey, 1978, de padre dominicano y madre boricua– se reencuentra con el baile y la música: si bien debutó en la gran pantalla teniendo al ballet como eje temático en Center Stage (2000, de Nicholas Hytner); en 2016 encarnó, como fiera acorralada, a la legendaria pianista y vocalista de jazz, Nina Simone, en Nina (de Cynthia Mort), en donde rebeldía, talento, genio y excesos, confluyen de manera caótica. O sea, para Saldaña, el ámbito musical es un terreno nada extraño.
A primera instancia, Emilia Pérez ha servido para visibilizar ampliamente el nombre de Karla Sofia Gascón (Madrid, 1972), cuya carrera ha tenido a México como base principal, en múltiples series como El señor de los cielos, Corazón salvaje, El Super, El pasado es mañana, y otras. Y en otra instancia nos queda ver su desempeño en el resto de la temporada de premios que viene entre enero y marzo de 2025.
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