El new wave fue un símbolo que marcaba el primer lustro de los 80, conocido por los jóvenes de clase media a través del Telecable, que llegó en 1982; y moderadamente por los del barrio y el campo, gracias al «lleva y trae» de los dominicanos que emigraron a Nueva York y que, ese mismo año, oficialmente superaban por primera vez a los puertorriqueños como mayoría latina en aquella ciudad.
A través de los videos que difundía MTV y emisoras de FM, como la X 102 y Radio Listín en Santo Domingo, transitaba ese sonido en el que los sintetizadores eran protagonistas absolutos, proporcionando nueva estética: un estilo orientado al pop, que fusionaba el rock con la música electrónica, disco y reggae entre otras expresiones, dando como resultado una propuesta melódica y bailable imponente.
Bandas como Blondie, Spandau Ballet, Culture Club, Duran Duran, INXS, Depeche Mode y The Police se adherían al ecosistema del «jevito», nombre con que se denominaba a los hijos de los ricos o a esos cuyas aspiraciones lo llevaban a adoptar comportamientos y gustos de la clase acomodada. Todas esas agrupaciones eran conocidas cuando, en la navidad de 1985, se publicó el álbum El poder de New York de La Gran Manzana, una orquesta de merengue liderada por Víctor Roque y Henry Hierro, dos jóvenes que llegaron a Nueva York con sueños debajo del brazo.
Uno de ellos, Henry, fue el arquitecto de aquella oferta, donde el merengue experimentaba una de las tantas innovaciones de su historia, esta vez integrando aquel sonido new wave. Además, esporádicamente integraba guitarra eléctrica y batería, un ropaje que hizo nuestro género más Cosmopolita.

Henry siempre fue roquero. Así se definía tras el paso por agrupaciones en su natal San Francisco de Macorís, entre bandas de rock y merengue. Tocó batería, piano y bajo. Como bajista, ingresó en 1978 a la agrupación de Wilfrido Vargas, cuya influencia se siente en los primeros temas grabados con La Gran Manzana, conocidos en 1982 en el álbum Alete.
En el siguiente álbum, La Gran Manzana (1984), va encontrando su estilo, arrojando éxitos como Rosa blanca, un tema de su autoría, y Mentirosa, adaptación de una cumbia venezolana que debió haber escuchado en la versión del maracucho Nelson Henríquez o en la del barquisimetano nacionalizado en Colombia, Pastor López.
Su tercer álbum, El poder de Nueva York consolida la agrupación e imponiendo un merengue que se ajustaba a las transformaciones culturales de la década. Independientemente de los temas seleccionados para promocionar en la radio y centros de baile, hubo un desborde en el que 7 de los 8 cortes se convirtieron en éxitos.
De estos, Henry fue arreglista de 5: Los merengues Comparona, El amor, No me sigas más, Por tu querer; y el bolero Nada. De los restantes, Tus besos(adaptación del tema Boquita de caramelo del colombiano Rodolfo Aicardi) y No me sigas más, contaros con arreglos de Manuel Tejada que, para esos años, irrumpía con éxito en la producción merenguera. También está I just called tos ay I love you, de Stevie Wonder, una adaptación de Anthony Valdez.
Al año siguiente salió al mercado Manzanízate, cuarto y último álbum de La Gran Manzana bajo la dirección de Henry. Del mismo se desprendieron los éxitos Cuando llegarás y Vamo’ a beber, ambos cantados por él.
Aunque los éxitos no pararon, El poder de New York ha sido la gran referencia de La Gran Manzana. Marcó su devenir cuando Henry decidió formar tienda aparte. Ambos, Henry con su orquesta y Víctor con La Gran Manzana, se mantuvieron en franca renovación a partir de los cambios que se fueron dando en la escena pop mundial.
Premios Soberano
La orquesta obtuvo en el 1987 su primera nominación a los Premios Casandra en el renglón Agrupación musical (1987); posteriormente, son postulados por la Asociación de Cronistas de Arte (Acroarte) como Agrupación popular residente en el extranjero (1991) y logran ganar el codiciado galardón en esa misma categoría en 1992 y 1993. Casi 25 años después, La Gran Manzana es nominada en el 2017 en el apartado Espectáculo del año por «Baile de las grandes ligas».





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