14/06/2025
Crónica Política

Bomberos en otra liga

Hay momentos en que el Estado se comporta como debe ser. Momentos en que, contra todo pronóstico, una institución pública responde con efectividad, con orden y con herramientas modernas. El incendio reciente en el Merca Santo Domingo fue uno de esos episodios que obligan a mirar con respeto. En medio del fuego, no vimos únicamente camiones y mangueras. Vimos drones. Vimos estrategia. Vimos un país actuando como el país que podríamos llegar a ser.

El uso de tecnología por parte del Cuerpo de Bomberos —en particular un dron acoplado a una manguera que operaba desde el techo del edificio— no fue un lujo. Fue una decisión técnica que mostró que cuando se combinan innovación y preparación, los resultados pueden ser distintos. No es casualidad que ese incendio, de una magnitud preocupante, se haya controlado sin pérdidas humanas y con una coordinación que merece destacarse.

Más de 21 unidades bomberiles de distintos municipios acudieron al llamado. Pero lo que vale subrayar es cómo se integraron: bomberos municipales, el Sistema 9-1-1, drones con cámaras térmicas, ambulancias, cisternas de la CAASD… todos funcionando con lógica de equipo. No fue improvisación. Fue capacidad instalada, y eso tiene historia: alguien compró los equipos, alguien los entrenó, alguien decidió que esto debía ser prioridad.

No hablamos únicamente de tener tecnología. Se trata de saber usarla. Y se usó con criterio. Drones como el Matrice 300 RTK y el Mavic 3 Cine, con capacidad térmica y transmisión en tiempo real, permiten identificar focos invisibles, evaluar estructuras desde el aire, tomar decisiones más precisas y ganar tiempo vital. ¿El resultado? Se evitó que la tragedia fuera mayor, y se logró contener el fuego con una efectividad que, por momentos, parecía sacada de otro país.

Eso obliga a reconocer el esfuerzo de las autoridades responsables: la Presidencia, el Ministerio de la Presidencia, el Sistema 9-1-1, y también los ayuntamientos que han apostado por modernizar sus equipos y pensar con seriedad la respuesta ante emergencias. Cuando se actúa bien desde lo público, también hay que decirlo. No basta con criticar los errores si no se aplaude cuando se hace lo correcto.

Pero esto no puede verse como un logro terminado. Es apenas el comienzo de lo que debe ser una política sostenida y generalizada. La tecnología debe estar al servicio de todos los municipios, de todos los cuerpos de bomberos, de todas las comunidades. La modernización no puede quedarse en la capital ni en los titulares. Tiene que llegar al terreno donde muchas veces no hay ni una escalera.

También corresponde preguntar: ¿están los ayuntamientos entendiendo que la gestión de riesgos es parte esencial de su labor? ¿Tienen planes actualizados, personal capacitado, protocolos claros? ¿O están esperando que ocurra una desgracia para darse cuenta de lo que les falta?

Este tipo de respuesta estructurada debe convertirse en norma, no en excepción. Y eso sólo se logra con planificación, presupuesto y decisión política. El bombero bien equipado no es un lujo; es una garantía de vida. Y si los municipios entienden eso, estaremos más cerca de un Estado útil y presente. Porque cuando la emergencia toca la puerta, lo único que sirve es lo que ya estaba listo.

Cuando uno ve que lo público funciona, hay que detenerse. Porque estamos tan acostumbrados al caos, que la eficiencia nos parece milagro. El incendio del Merca fue una desgracia, pero también una vitrina de capacidades. Una demostración de que cuando se invierte, se entrena y se organiza, el Estado responde. Y responde bien.

Esto no se trata únicamente de apagar incendios. Se trata de encender confianza. De demostrar que sí se puede.

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