Las energías se agolpan a su alrededor. Es una mujer que brota entusiasmo y alegría. Su música vibra y penetra las profundidades emocionales de cualquiera. No tiene parangón. Mucho menos alguna otra que se acerque a lo que Rosario Flores sabe transmitir cuando escucha detrás a su orquesta tocar las notas más notables de su selecto cancionero.
Vuelve a República Dominicana, país en el que es habitué, porque aquí se le quiere y se le admita. Porque la Flores es una artista, no una cantante, porque cantante puede ser cualquiera. Aquellos que trascienden la frontera de la simplicidad están por encima de lo común y corriente. No es su caso.
Cuando se está cerca de ella, absorbe las ganas (porque el deseo no es suficiente) para alimentar sus energías. Así es esta flor que regresa cargada de rosarios musicales para los que suelen separar el grano de la paja. Por artistas como Rosario Flores es que se agradece la buena música.
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