Luego de más de medio siglo y dos generaciones en el poder, el dictador Bachar El Asad fue derrocado recientemente en Siria, un país sumido en una guerra civil desde hace 13 años. Escapó junto a su familia en avión privado hacia Moscú, país aliado de siempre. En tan solo 11 días, el grupo rebelde Hayat Tahrir al Sham, comandado por Abu Mohamed al Julani, hijo de sirios criado en Arabia Saudi, conquistó las ciudades principales de Siria enfrentando poca resistencia a su paso.
Siria, se encuentra hundida en la debacle política y económica desde que iniciaron las revueltas árabes. Guerra civil entre facciones de un mismo país durante 13 años y un terrorífico balance de 300 mil muertos, cinco millones de ciudadanos expulsados de su país, casi siete millones de desplazados internamente y hechos que forman parte de una triste historia y del horror humano, como el uso de armas químicas contra la población civil por parte de El Asad y otras locuras.
El desmoronamiento del régimen de El Asad, con la retirada de Rusia e Irán como principales apoyos, ciertos medios de comunicación explicaron que se debe primero porque la guerra de Ucrania no le permite a Rusia mantener más frentes abiertos y por la parte de Irán, se encuentran en retirada internacional ante el avance de Israel, en esa otra guerra infernal de Gaza y el país judío. Las consecuencias de la situación geopolítica en esas latitudes son realmente impredecibles. Cualquier cosa puede pasar.
En ese sentido, cuando algunos dirigentes y presidentes de países conocieron la noticia del derrocamiento del dictador El Asad, reaccionaron de una manera satisfactoria y felicitaron al grupo rebelde HTS. Importante señalar, que este grupo perteneció a Al Qaeda y con su nombre antiguo, una marca conocida Frente Al Nusra cometieron crímenes contra las minorías cristianas y kurdas en Siria, un país en el que el 80% de sus habitantes profesa el islam. Es decir, no es un grupo de «santos» sino todo lo contrario.
La reacción del presidente Joe Biden al respecto fue «lo sucedido es un acto de justicia, pero cuidado con los grupos rebeldes que lo derrocaron, tienen su propio sombrío historial de abusos y terrorismo contra los derechos humanos». Y es aquí lo importante. Por cierto, lo sucedido en Siria es un nuevo varapalo sobre la inestabilidad internacional que persigue la presidencia de Biden en este último tramo de gobierno demócrata, sumado a las guerras de Ucrania y Rusia, y por otro lado Gaza, Israel y Líbano. Y por supuesto, sin olvidar la caótica retirada estadounidense de Afganistán.
El asunto más reciente en esta inestabilidad en Siria es que ya fue nombrado en nuevo primer ministro de nombre Mohammed Al Bashir, hasta el próximo mes de marzo para organizar una posible transición tras la caída de El Asad. Habrá que esperar cómo se irán resolviendo el caos en este país que continúa siendo una zona de alto riesgo para lograr la paz en Oriente Medio. Lo importante ahora es garantizar la paz de todos los ciudadanos, que se quede atrás el horror y Siria vuelva hacer la Siria de antaño.
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