No es un hecho aislado, y aunque tampoco sea una conducta generalizada entre el porcentaje de esta población, algunos discapacitados desafían todo tipo de peligro para trasladarse de un punto a otro, sobre todo, en las calles del Gran Santo Domingo.
Usualmente, personas con discapacidad en las piernas que se colocan en puntos estratégicos para pedir limosnas, arriesgan sus vidas cuando se sostienen de cualquier vehículo en la parte trasera, para aprovechar el impulso y recorrer distancias considerables en la ciudad.
Poco les importa, al parecer, poner a salvo sus vidas y la de otros transeúntes, dado el nivel de peligro que éstos corren cuando se enganchan de estos vehículos, especialmente de las denominadas guaguas «voladoras», que transitan a altas velocidades, y en muchas ocasiones van en competencia con otras unidades del sistema público.
Se presume que estas personas discapacitadas van de «bola» con el consentimiento de los choferes de estas unidades, debido a que en pocas ocasiones se produce un rechazo de éstos (o el cobrador) para que no se exponga ante semejante situación.
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