Aunque se debe empezar por enderezar el desorden institucional que afecta la estructura administrativa estatal esto nunca sucede.
Cada candidato promete reorganizar el aparato estatal para supuestamente sacar el mejor provecho a su funcionamiento, pero luego de llegar al poder ningún Presidente de la República toma ninguna medida al respecto.
El Estado Dominicano está recargado de instituciones que realizan las mismas funciones de tal manera que hasta siete organismos hay en el área del transporte, sin embargo el caos es cada vez peor en ese renglón.
Solo andar por una calle de la capital dominicana o cualquier provincia, así como recorrer las principales carreteras del país para ser víctima de esa situación.
Nadie quiere cerrar una oficina porque eso conlleva eliminar puestos de empleo, sin embargo esos puestos muchas veces están siendo ocupados por gente que cobra en más de una institución.
Lo de la salud pública es el mejor ejemplo.
Una de las grandes contribuciones que podría hacer el Presidente Danilo Medina en un segundo mandato es reducir la nómina estatal al menos en instituciones, así algunas funcionarían.
En el transporte tenemos OTTT, AMET, El Metro, Tránsito Terrestre, el Ayuntamiento del Distrito Nacional y otras que engrosan el paquete.
En Salud Pública tenemos el Ministerio que rige esa área, el IDSS entre otras.
Tenemos Obras Públicas y OISOE en plena competencia.
Oficinas de Desarrollo Provincial, Barrial, pero ahí tenemos los gobernadores, los ayuntamientos y todo lo que tiene que ver con los asuntos de servicios públicos.
En fin si usted se pone a ver el organigrama estatal, hay mucho de todo comenzando por asesores, vice ministros por centenares, y mucha gente cobrando en vez de un buen salario, muchos sueldos a la vez.
El peor ejemplo de esto es el tránsito donde se invierten tantos recursos que se pierden por el camino y nada que hablar de las obras públicas.
Inavi, Bienes Nacionales, Invi son otros casos a ver.
Los resultados de esta lucha de intereses que se arma entre funcionarios los que cada uno maneja un presupuesto no deja ningún resultado de saldo positivo al Presupuesto Nacional, y sí gastos que luego son cubiertos con préstamos y deudas que asumen los gobiernos en busca de mantener un estatus institucional que al fin se convierte en desorden.
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