Quienes han estado por primera vez en el Fenway Park salen del parque entendiendo porqué a ese estadio muchos le llaman La Catedral –The Cathedral of Boston–. Así se le escucha llamarle al «Florista», personaje interpretado por Pete Postlethwaite en The Town (2010), la entretenidísima película dirigida por Ben Affleck.
La primera aparición pública de David, tras el trágico episodio en el que por un pelo pierde la vida en un bar en Santo Domingo el 9 de junio, no podía ser en otro lugar: Fenway Park, 7:20 de la noche, los Medias Rojas recibiendo a los legendarios Yankees de Nueva York.
El anuncio de que Ortiz subiría al montículo para hacer el primer lanzamiento del partido generó una gran expectativa, no solo en Dominicana, sino a lo largo y ancho de esa América del Norte que se extendió de Este a Oeste entre todos sus seguidores apostados frente a la pantalla para verle de nuevo.
A la hora señalada, David llegó al Feenway pisando el suelo por donde caminaron los grandes, como lo hiciera su compadre Pedro Martínez. A su paso, era saludado efusivamente, sin ocultar lo feliz que cada uno se sentía al tenerle de regreso, vivo y sano.
«What’s up my brother» («qué tal, mi hermano») se le escuchó decir a David a uno de sus ex compañeros en las oficinas, mientras se confundían en un abrazo interminable.
Mientras esperaba, en una oficina adornada con los afiches de otros grandes cuyos números fueron retirados o inmortalizados en el Salón de la Fama de Boston, David recibe la camiseta que vestirá para salir al terreno. Quizás nervioso –mientras filman y fotografían cada uno de sus pasos– Ortiz logra ponerse la camiseta y con su sonrisa de siempre, asienta: «Este es el size».
La siguiente imagen nos lo muestra descender por las escaleras, donde cuelga un letrero con una frase que inspira: «We play for championships» («jugamos para ganar campeonatos», o algo así). Y luego logra llegar hasta el camerino de los jugadores que se preparan para enfrentar a los Yankees. «Estos son mis muchachos», dice con entusiasmo el pelotero. «Estoy de vuelta», en tanto abraza a cada uno de ellos.
Y en ese momento, desde allí, sale trotando hasta llegar al terreno, vistiendo una vez más su legendario número 34. Vale la pena citar las palabras del narrador que presenta al pelotero:
«Damas y caballeros, esta noche le damos la bienvenida a casa a uno de las personas más amadas que haya vestido el uniforme de los Medias Rojas. De hecho, quizás una de las personas más admiradas en la historia de esta ciudad, su ciudad, nuestra ciudad. Por favor, demos una cálida bienvenida, al símbolo de la fortaleza, el triunfo y el amor, nuestro único Big Papi, miembro del Salón de la Fama de nuestros Medias Rojas de Boston, el número 34, David Ortiz».
Todos de pie, con vibrante ovación para el otro Grande de Boston. Y para fortuna de los dominicanos, en la noche de anoche, David Ortiz nos volvió a impregnar de ese orgullo que solo puede transmitir el Big Papi. Larga vida, David.
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