(A mi comadre AB)
Las fortunas sostenibles suelen ser aquellas formadas en el largo plazo, sobre la base de ingenio, creatividad, disciplina, trabajo y estrategia sucesoral para que, al pasar de una generación a otra, no se diluyan ni sus tenedores se vayan por el acantilado de la mala fama o caigan en fosos carcelarios.
Por eso afirmo que hay riquezas orgánicas –aquellas que son casi instituciones indestructibles, protegidas por activos intangibles que generan aprecio y admiración- y fortunas inorgánicas –las que son creadas al vapor, hijas de la astucia, el engaño, la sangre, la evasión, el lavado y otras prácticas malsanas-.
La semana pasada posteaba en facebook sobre un paradigma relativo a una fortuna cuya ecuación no se entiende cuando se observan los indicadores de tiempo, edad, ejercicio profesional y procedencia del afortunado.
Un joven profesional de la comunicación me llamaba a la atención sobre la posiblidad de que estuviera yo errando en mis cálculos, pues –según él- hay quienes logran “dar palos” en negocios, reinvertir y hacerse de un buen dinero en corto tiempo.
De paso, en su apetito por atesorar mucha plata lo antes posible –que no es pecaminoso ni objetable- proyectaba su vocación por “dar un palo” en términos de negocios. Hay miles de ejemplos presentes que ilustran cómo la construcción de riqueza a alta velocidad termina generalmente muy mal.
Hasta los reconocidos emprendimientos tecnológicos, que han hecho multimillonarios a sus jóvenes sustentantes, como es el caso de Mark Zuckerberg y Facebook, han requerido al menos una década para consolidarse. Una super lotto convierte a cualquiera en millonario de la noche a la mañana.
El problema está en que ser rico es un aprendizaje en el tiempo, una cultura y hasta una filosofía, que implica fracasar, levantarse y capitalizar experiencias. Por eso hay tanta gente que, sin estos antecedentes, se mueve de la fortuna a la bancarrota y de la gloria a la cárcel, hundiendo a la familia, sepultando marcas y estampando el sello ominoso del fracaso a sus descendiente. Todo por el dinero rápido y fácil.
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