Más de veinte mil personas que murieron en accidentes de tránsito o en hechos violentos ocurridos en República Dominicana en los últimos cinco años –cifra que sólo reflejan los casos certificados en el lugar de los hechos– representa una cantidad que obliga la reflexión. El accidente vehicular, en el que también caen como víctimas peatones que se movilizan en cualquier punto del país, va tomando categoría de una situación que se debe enfrentar desde todos los flancos.
En el Compendio de estadísticas de muertes accidentales y violentas 2019-2023, publicado en julio por la Oficina Nacional de Estadísticas, destaca que corresponden a los accidentes que involucra motoristas o «pasoleros» la mayor cantidad de muertes ocurridas en ese lapso.
El número de peatones atropellados se ubica en una segunda posición, y tan solo en el 2019 murieron a consecuencia de los mismos 300 personas, y en los siguientes años las cifras registradas corresponden a 209, 226, 261 y 258, en lo que se refiere a este renglón. Por debajo de estas estadísticas están los accidentes ocurridos con automóviles (carro), camionetas, camiones, bicicletas, yipetas, tractores, ambulancias y animales.
Las autoridades están obligadas a enfrentar esta situación, que va agravándose con la proliferación de motocicletas como medio de transporte que opera a gran escala a nivel nacional. Los motoristas, sobre todo con el incremento en el servicio a domicilio de los colmados, farmacias, restaurantes de comida rápida y otros establecimientos con un flujo comercial altísimo, seguirán liderando estas estadísticas, desafortunadamente, debido al manejo temerario de sus conductores, a la falta de educación vial, a la imprudencia, al consumo de alcohol y a muchísimas otras causas.
Como indica la directora de la ONE en la presentación del estudio, este compendio contiene información estadística que contribuye con el conocimiento del volumen y las características de las muertes acaecidas en condiciones de violencia o de forma accidental. Con los números en la mano, se requieren de políticas contundentes para poder afrontar este mal de males. No basta con regular (certificar, censar o registrar) a los usuarios de motocicletas, a los «pasoleros» que se han multiplicado en cantidades exorbitantes.
El de las motocicletas alcanzó categoría de fenómeno, conductores que transitan de manera temeraria por las calles y avenidas, que se cruzan los semáforos en rojo y que no respetan ni leyes ni autoridades. Que esta situación motive la aplicación de medidas impostergables.
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