Venga, que no es lo mismo ni es igual. Que los aplausos, esas ovaciones que enriquecen la adrenalina, vengan desde el anonimato de las gradas, a que sea una ex Miss Universo que choque las palmas de las manos como si quisiera que la escucháramos en todos los rincones de su natal República Dominicana.
Ella se sabe bella (¿todavía codiciada?), y como toda Miss Universo (señores, eso de los títulos no se pierde nunca), Amelia Vega va de escolta de ese centro grandote de los Halcones de Atlanta, dígase, Mr. Al Horford. Ya en la arena, la flamante esposa del jugador de los Hawks se sienta justo detrás (como debe ser), como talismán que puede salvar la noche.
¿Que se mueren de envidia? Eh. Cualquiera. Podrán haber muchas, muchísimas ex Miss, pero como Amelia Vega –de Horford– solo hay una. Con clase, con ese filin más endiablado que el mejor chile mexicano. Bueno, no todo es felicidad, señores, a veces hay que marchar a casa con tristeza o desánimo: aunque solo por dos punticos, los Halcones que comanda Al perdieron 107 por 109 ante los Nuggets de Denver.
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