Si la industria de las series de televisión experimentan días de gloria, lo mismo podría decirse sobre algunas actrices con bastante éxito en el cine de Hollywood y que de vez en cuando asumen papeles protagónicos para proyectos de la pantalla chica, y roles ejecutivos en el campo de la producción.
Amy Adams, actriz de 43 años, es el ejemplo más reciente. El pasado domingo 8 de junio HBO, el canal por excelencia responsable de muchas de las series más populares en los últimos 30 años, estrenó «Sharp Objects», el primer trabajo de Adams para la TV en los últimos diez años, en la que también es productora ejecutiva.
Con cinco nominaciones al Oscar en toda su carrera –obtuvo la más reciente en el 2013 por su interpretación protagónico en American Hustle (Escándalo americano)–, Amy Adams asume este drama de ocho episodios, basada en la novela de Gillian Flynn, autora de Gone Girl, con el cual recibió excelentes críticas y una adaptación para el cine dirigida por David Fincher y protagonizada por Ben Affleck y Rosamund Pike.
El primer episodio de la miniserie es espeluznante: Adams interpreta a una periodista alcohólica, traumatizada, con series dificultades para mantener una relación establece con sus padres, que se ve obligada a regresar a su pueblo natal –reviviendo recuerdos que marcaron su vida de manera muy negativa– con el objetivo de escribir un artículo sobre unos misteriosos asesinatos que tienen al pueblo en vilo.
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La periodista, en esta miniserie que promete experiencias desgarradoras, es Camille Preaker, una joven que sufre no solo por la presión de su editor periodístico sino también por los traumas sin resolver que inquietan su cotidianidad tras el regreso a su casa natal. En un artículo publicado por The New York Times a propósito del estreno de la serie, Adams aseguró que «no tengo la misma oscuridad y profundidad para la ira interna, sino ese tipo de tristeza que te impulsa a ser cruel contigo misma. Creo que tengo eso».
El anuncio de la nueva serie de HBO generó una gran expectativa en el mercado norteamericano, sobre todo. El canal todopoderoso en este renglón de la industria, viene apostando a estas producciones con una gran carga dramática, que representan un desafío para las actrices que asumen esa doble función: actriz principal y producción ejecutiva.
Con esta miniserie, Amy Adams sigue el camino de Reese Whitherspoon y Nicole Kidman que en el 2017 asumieron «Big Little Lies», otro potente drama en el que tres mujeres aparentemente con una vida normal, se ven involucradas en el epicentro de un asesinato.
También de HBO, «Big Little Lies» ganó cuatro Globos de Oro a principios de este año y fue una de las producciones más exitosas en su género, colocando a Whitherspoon y Kidman en un punto importante –y de prestigio– en el competitivo mundo de las series de televisión. El canal ordenó una segunda temporada que se estrenaría en el 2019.
Las coincidencias entre ambas producciones se manifiestan, además, con Jean-Marc Valée, director canadiense que desempeña la realización de los dos proyectos. Se siente con agudeza su estilo, la utilización del flashback, los cambios bruscos entre una ambientación para pasar a otro momento secuencial en el que la actriz, en el caso de «Sharp Objects» pasa del presente al pasado y viceversa.
La introducción del primer capítulo de «Sharp Objects» dejó entrever lo que viene: escenas escalofriantes, una persecución intensa que no solo debe concluir con la identificación y apresamiento del responsable de los asesinatos, sino también con la posibilidad de que Camille Preaker nos entregue el reportaje de su vida, el que le permitiría ganar su primer Pulitzer y, quien sabe, muchas satisfacciones en la próxima temporada de los premios del 2019.
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